Otoño

Otoño

Martes, 15 de Octubre de 2024. La ciudad se ha despertado gris. Escribo con el sonido de la lluvia aporreando el cristal en una competición con las teclas. La mente se va a saltar entre los charcos, a viajar desde la protección de un sofá con manta, un buen libro y una taza humeante entre las manos. Imagen idílica y archiconocida por todos gracias a las películas y las series de televisión de las tardes de fin de semana. Hoy es martes. Llueve pero no huele a lluvia y no hace viento, algo que se agradece debajo de la protección de los paraguas de mil colores que cruzan la calle camino de la escuela. En el atasco matutino la lluvia se ve de otra manera, entrecortada por el paso del limpiaparabrisas, resaltada por el rojo y el blanco amarillento difuminados de las luces. El agua cae a trompicones, parece que para y vuelve a golpear con fuerza. Se agradece porque en cuanto escampe se podrá respirar mejor, sin tanta contaminación. Lo siento por los viandantes despistados que vayan sin paraguas, por los trabajadores que les toque estar al descubierto, mensajeros y mujeres con zapatos de tacón. No es buen día para ir con medias a la peluquería. Otro día que la ropa en el tendedero tardará en secarse. Otro día en que la ventilación se hará con las ventanas entreabiertas para no mojar el suelo. Entre el sonido de los coches, el cantar de unos pájaros sobresale, desafiante, valiente. Se oye de cerca, quizá en un refugio improvisado en las ramas de los árboles o debajo de un canalón. No es buen día para abrir las alas y volar. Son las cosas del otoño en la ciudad.

Más que un artículo, parece que estoy con un relato, un fragmento de un capítulo, lo reconozco. Es curioso porque es algo que me he planteado más de una vez. Dedicar un día a escribir relatos cortos en el blog. No sería los martes, ese es el día en que conecto, más o menos, con las reflexiones de la vida cotidiana. No doy noticias. El género periodístico no se parece a lo que hago aquí cada martes. No sé si tendría sentido dedicarme, por ejemplo un jueves al mes, a escribir relatos. Pasaría del semanal al mensual. Escribir relatos, aunque sean de 100 palabras, lleva tiempo y costumbre. Quizá en eso rompo la norma de que los escritores empiezan con relatos cortos. A mi no me sale hacerlos de forma natural. Es más complicado hilarlos. Supongo que los que escriben de forma estructurada, que se preparan mucho la escritura, lo hacen sin problemas. A mi, que me gusta explorar tras tirar de un hilo sin saber dónde me llevará la idea, me cuesta bastante más. Los he hecho para talleres literarios o para cursos, sin embargo no es mi estilo favorito, me siento como poniéndome un estilo artificial, que no va conmigo. Eso es lo que me echa para atrás de hacerlo en el blog. No creo que pudiera mantener la continuidad. Es algo que tarde o temprano me aburre. Terminaría siendo una escritura de fábrica, en modo churrería, siempre igual. Cambiar tres o cuatro detalles pero más o menos la misma estructura y a mi eso de escribir por cumplir no me va. No me va en escribir como tampoco en lo de seguir la periodicidad que se impone en las redes sociales, por ejemplo. Hace poco leía a una persona que hablaba de eso, que no le salía publicar por publicar porque perdía el sentido de lo que quería hacer. Y hoy me he encontrado con un vídeo corto de otra persona que saludaba a su audiencia solo porque tenía que subir un video y, como no tenía nada que decir, ha subido un saludo y ya está. ¿Tiene sentido? Entiendo las dos posturas, la de publicar lo que sea o la de no publicar si no aporta algo de valor. Sí, conozco la sensación de no tener nada que decir, nada que aportar. Hay días que ocurre. Al escribir es algo inicial, casi de calentamiento como un entrenamiento. Porque si continúas, siempre sale algo interesante sobre lo que hablar, una idea lleva a otra idea y esa a otra. Cualquier detalle, por pequeño o intrascendente que parezca, permite ir más allá, hasta usar la imaginación. Cualquier cosa en manos creativas puede dar lugar a una obra de arte, a ofrecer un punto de vista distinto. En un video para las redes sociales o para internet es otra cosa. Captar la atención es cosa de un par de segundos, conseguir que la persona no pase a otro más viral, no haga zapping (¿se sigue llamando así en una época en que se consumen series sin anuncios?). ¿Quién nos obliga a mostrarnos diaria o semanalmente? Supongo que antes que nada es el compromiso contigo mismo, con tu decisión. Quién sabe lo que lo origina, quizá una un objetivo de negocio, una creencia, un valor vital o lo que se llama un principio elevado. Mantenerlo es tu decisión. Quizá no sea de marketing o bueno para un negocio, no lo sé, pero si no sale de dentro, quizá es mejor parar y ver hacia dónde vas. Mantener algo en el tiempo cuesta, tarde o temprano entra la monotonía de la repetición. Hay veces que al leer los títulos de los artículos, no sé si he repetido ya el tema sobre el que estoy escribiendo. Puedo actualizarlo porque, con el paso del tiempo, voy aprendiendo cosas nuevas, tengo nuevas vivencias y al igual que no llevo los zapatos de cuando tenía 5 años, ahora puedo cambiar de opinión sobre un tema que veía con más claridad en el pasado. En algún sitio leí que nuestra cabeza es redonda para permitir cambiar de dirección a nuestros pensamientos. ¿Qué es lo que rompe la monotonía? Ese cambio, ese moverse entre lo que es lo de siempre y al mismo tiempo es nuevo. Eliminar el juicio, las expectativas y seguir haciendo novedad lo habitual. ¿Para quién publico? ¿Para quién escribo? Si es para los demás, tarde o temprano, aparece el cansancio, el no ver los frutos ipso facto. Si lo hago para mi, puede que conecte con los demás, sin embargo el resultado no depende de lo de fuera. No sé si consigo que las palabras se acerquen a lo que quiero expresar. Porque el emisor no es responsable de lo que entienda el receptor. Bastante tiene con intentar aclarar lo que quiere comunicar. Lo que escuchas, lo que lees, no siempre es lo que el otro, en este caso yo que soy quien escribe, quiere transmitir. Depende de tu experiencia, de tu momento vital. Como también depende de lo que esté viviendo yo.

El otoño, como el atardecer, nos invita a la reflexión. Después de la energía y la vitalidad de la primavera y el verano, los días son más cortos, el color cambia, se vuelve más apagado, más tenue. Es el momento de recoger frutos y de evaluar el año antes de que acabe. El paisaje lleva a la mirada hacia atrás, a ver el camino recorrido y descubrir si estamos en el lugar que queríamos o hemos llegado a otro sitio. Mientras escribo, suenan las campanas de una iglesia cercana y me distraen de lo que estaba para traerme de nuevo al momento presente, en lo que toca. He perdido el hilo de la idea. Quizá sea la señal de que es hora de acabar el artículo. Si te resuena y te atreves, te leo en comentarios. Que pases una fantástica semana.

Comments

2 respuestas a «Otoño»

  1. Avatar de Adriana
    Adriana

    Me ha encantado Cris! Para mí el otoño es el comienzo del año aunque el calendario no esté de acuerdo conmigo. El otoño empieza en septiembre el mes en el que comenzamos el curso, el mes en el que nos apuntamos a cursos y donde los días más cortos nos invitan a reflexionar más porque empezamos a quedarnos en casa más, los días son más cortos y los lluviosos invitan a ello también.
    Es el mes de la vendimia, se recogen los frutos de lo sembrado y muchas veces lo que recogemos depende de factores externos, como el calor, el frío o las granizadas. Eso me hace pensar que muchas veces no recogemos el esfuerzo dado o la dedicación como pasa en la vida. El 5 de septiembre y por sorpresa acabó mi etapa laboral en la empresa en la que coincidimos un tiempo y que en mi caso ha ocupado más de 18 años de mi vida. Cumplí mi sueño de volver a ejercer de abogada en la asesoría jurídica pero ni el esfuerzo, ni las ganas, ni el trabajo y dedicación y sobre todo la ilusión por ir cada día a trabajar fueron suficientes..a veces olvidamos que los planes nuestros no son los de Dios( para los que somos creyentes).

    Hace unos años en una baja laboral que me obligó a parar encontré en la escritura mi sosiego y paz, siempre me había gustado escribir… Y cree un blog La Sonrisa de Adriana que no era público y en el que a diario un título daba rienda suelta a escribir un rato y ser feliz en la enfermedad. Lo dejé cuando mi padre falleció de cáncer en la pandemia y leerte me ha recordado lo que me gustaba.

    Te mando un fuerte abrazo

    1. Avatar de carrillocris

      ¡Hola, Adriana! Me alegro que te haya aportado el artículo. Para mi también el año comienza en Septiembre. Aquí me tienes, ya lo sabes. Por experiencia te diré que la escritura es la mejor herramienta para poder recuperar la sonrisa y verlo todo a cierta distancia. Si te gustaba, a lo mejor puedes recuperarla. Te mando un gran abrazo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *