Martes, 23 de septiembre de 2025. Desde julio, una parte de mi jornada es practicar idiomas con una app. Cada día le dedico un poco de mi tiempo a repetir frases, leer historias, escuchar conversaciones y a ver anuncios. ¿Cómo? Sí, no tengo un plan de pago por lo que cada error antes costaba una vida y ahora, cada frase es una punto de energía. Ver anuncios, o al menos dejar que se visualicen 5 segundos, hace que se recargaran antes las vidas y ahora la energía. No digo la app que utilizo porque no me pagan, nada de publicidad gratuita, lo siento, pero seguro que sabéis de lo que hablo si digo que es la del pajarito verde. ¡Ding! 😉
Al principio practicaba inglés y ajedrez. ¿Por qué ajedrez? Porque los sudoku me cansan, me aburren no te imaginas cuánto. Ya, ya sé que la sabiduría popular recomienda hacer pasatiempos como crucigramas o el ya nombrado sudoku para la agilidad mental que se va perdiendo con el paso de los años. Pero no me gustan, me aburren mucho. Así que, empecé con ajedrez. También me cansé, hasta el punto de eliminarlo, aunque siguen manteniendo la experiencia adquirida en el total de la app, quién sabe por qué.
¿Por qué le dedico tiempo de mi jornada? Porque el inglés no lo practico a menudo y así refresco la memoria de tantas clases y cursos que hice en el pasado. A veces me hace trampas el pajarito. Digo una cosa y da error porque le da por ahí. El fin de semana por ejemplo, me ponía la imagen de un jugador de baloncesto, puse en inglés basketball player y me lo marcó como fallo porque quería que dijera solo player. Es normal, es un programa, una máquina, no está para interpretar nada.
Cuando dejé el ajedrez, lo cambié por el japonés. Con cuaderno, ni lo dudes. Porque el inglés lo leo sin problemas, sin embargo los caracteres japoneses, sean Hiragana o Katakana, son otra cosa. Así acostumbro a la mano y a la vista. Aun estoy buscando la opción en la que dice la forma correcta de hacer los trazos. No lo he encontrado. Debe estar en las opciones de pago. No voy a ponerme a escribir japonés, tranquilos. Ahí, noté una diferencia interesante entre el inglés, el español y el japonés.
¿A qué me refiero? Al tono con el que hablamos cada idioma. No me adelanto. A finales de agosto comencé con italiano donde se hizo más que evidente, más si hago las lecciones en los tres idiomas de seguido. A veces el inglés suena como si estuviera mascando chicle con un algodón en la boca. Es raro, lo sé. Son sonidos con la boca muy abierta, no sé cómo explicarlo mejor. En japonés son como golpes secos y el italiano como mucho más musical, suave. De los tres, con el que se corre más riesgo es con el italiano. Porque nos suena más. y eso que el pajarito traduce a un español latinoamericano. Me explico: ¿Cómo se traduce al español “patata” en italiano? Según el pajarito es “papa”. “Patata” en italiano, para mi es “patata” en el español de España. ¿“Waiter” en inglés? Según el pajarito es “mesero”, para España es “camarero”. Y así con otras muchas palabras. No es importante porque compartimos raíces y nos van a sonar de todas formas. Choca un poco, hasta que te acostumbras.
Lo que me llama la atención es que, dependiendo del idioma, la pronunciación es más suave o más seca, más dura. Soy la misma persona, sin embargo mi tono cambia si me expreso en una o en otra lengua. Tanto que, si lo digo en el mismo tono del español, el pajarito lo marca como error. No tiene los circuitos en su caso (en el nuestro sería el oído) hechos a ese sonido. Es curioso porque escuchando el idioma puedes percibir la cultura de ese país, la forma de ser de las personas que lo hablan. Va casi implícito en el inconsciente. No sé lo que va primero, si el idioma hace a la cultura o la cultura al idioma. No quiero decir que el japonés sea seco, porque yo lo oigo desde mi propia cultura, pero sí que responde a las necesidades de su sociedad. Aun no me ha dado por el alemán, sin embargo creo que todos estaremos de acuerdo en que su sonoridad es diferente a la del italiano. ¿Asociamos rasgos de personalidad a los idiomas? Es muy posible.
Una de las cosas a tener en cuenta a la hora de aprender idiomas es nuestra decisión de comunicarnos. Lo que más nos corta al hablar en otra lengua es que no nos entiendan. Hay personas particularmente “puñeteras” en ese aspecto. Sí, quien me conoce sabe que me refiero a mi experiencia con algunos parisinos. Sé que no soy la única que se ha ganado en París un “Je ne comprends pas” (no le entiendo) al decir: “Excusez moi, où est le mètro?” (Disculpe, ¿dónde está el metro?) No es muy difícil de entender, pero ya sabemos que la amabilidad de algunas personas brilla por su ausencia. Lo sé, hay gente de todo tipo en todos los sitios por decirlo de forma fina. Debe ser que solo me he encontrado con antipáticos. Si algún día me pierdo, no hace falta decir que no me encontraréis en esa ciudad, que sí, que es muy bonita, pero va a ser que no. Las malas experiencias pasadas nos marcan a la hora de afrontar las presentes y las venideras. Ley de vida. Por si os lo preguntáis, no, no tengo intención de seguir las lecciones de francés del pajarito. No pararía de darme error 😉
Mi experiencia en Italia es bien diferente. Al menos con los que me he encontrado, en el momento que ven que intentas decir algo, ponen de su parte por comunicarse. Me ha pasado en Sicilia, en Nápoles, por supuesto en Roma y en otros muchos lugares que he visitado. Aun no lo he comprobado, pero me han dicho que los japoneses también intentan ayudarte si “chapurreas” su idioma. Es posible que tenga algo que ver con lo que significa decir “no” en su cultura. Tanto Italia como Japón tienen sus cosas negativas, lo sé, como todos los países.
¿Me planteo empezar con otros idiomas? Con tres por ahora me basta. Sé que si te trata de utilidad o de ser “políticamente correctos oportunistas”, deberían ser otros. Eso que tanto el inglés como el japonés y el italiano superan los 60 millones de hablantes en el mundo. No todos los idiomas que ofrece el pajarito pueden decir lo mismo, el klingon por ejemplo. Si se trata de comunicar, los tres, junto con el español, abren muchas más puertas, mayor mercado. Pero no es el criterio importante en mi caso. No lo hago por engrosar el curriculum para futuras oportunidades de trabajo o sacarme nuevos títulos. Uno para refrescar lo aprendido, otro por descubrir una cultura y el tercero porque me encanta.
Como todo aprendizaje, los idiomas se mueven entre el aburrimiento y la frustración. Si es muy fácil, te llevará a aburrimiento. Si es muy complicado, te frustrarás. ¿Cuál es tu motivación? Es muy importante. Si te encanta la cultura japonesa como a mi, los recuerdos de tu infancia son de series japonesas y es un país que te llama mucho la atención, te motivará para aprenderlo y será un refuerzo positivo cada símbolo que entiendas. Sin embargo, si asocias ese idioma a la obligatoriedad escolar, como algunos asocian la lectura, pues te costará sangre, sudor, lágrimas y algún empujón. Hay materias que te gustan más y otras que te gustan menos.
¿A qué viene el título de este artículo? Te lo recuerdo: A presto, Roma!, ¡Hasta pronto, Roma! Sé que, tarde o temprano, volveré allí. Con cada lección reafirmo mi convencimiento. En su momento hubo una moneda en la Fontana di Trevi que materializaba mi deseo. Ya no estará sumergida. Seguro que la han recogido y quién sabe en qué bolsillo estará, si es que no la han fundido. En 25 años pueden pasar muchas cosas. Un ejemplo, en este tiempo ha habido tres nuevos Papas en San Pablo de Extramuros. Es posible que mi heladería favorita de Roma ya no exista. Puedo observarlo con tristeza o con optimismo verídico. Eso abre la posibilidad de nuevas experiencias en mi próxima visita. Una vez más, la actitud a la hora de adaptarte a las circunstancias es muy importante.
¿Qué quiero que te lleves del artículo de hoy? Dos cosas: Cada idioma responde a las necesidades de su cultura y que, más allá de utilidad, si tienes curiosidad, no dejes que los demás decidan por tí. Siempre tendrás gente a favor y gente en contra. Haz lo que creas que es lo mejor para tí, sin hacer daño a los demás, por supuesto y que los demás digan lo que les de la gana, que opinen lo que quieran. Es tu vida 😉
Si te resuena y te atreves, te leo en comentarios.
Que pases una fantástica semana y recuerda, el viernes te invito a un relato
Cris