Navidad

Navidad

Martes, 17 de diciembre de 2024. Semana pre fiestas de Navidad. Los centros educativos se preparan para las vacaciones, las casas se decoran desde el puente de la Constitución, o antes, y los supermercados, que llevan ya un tiempo con turrones y polvorones en sus lineales, ahora han cambiado el hilo musical por villancicos. Si no lo has oído ya, en breve volverá Mariah Carey con su «All I want for Christmas is you» que rivaliza este año con el burrito sabanero versión de David Bisbal. Si a estas alturas ya estás saturada de la Navidad, no te preocupes porque no eres la única. Ayer paseando por mi pueblo llegó un momento en que dudaba si estábamos en España o en Estados Unidos. Casas decoradas hasta la exageración, o el empacho. Las compañías eléctricas adoran estas fechas por el aumento de la factura. Todo suma. Creo que alguna podrá verse hasta desde la Estación Internacional. Y no pueden faltar los dos grandes clásicos: las cenas de empresa en las que hacen el agosto los restaurantes, y los controles de alcoholemia (cosa que me alegra, todo sea dicho porque sacan de la carretera a los borrachos). También, el gran clasico de la Navidad son «los amigos invisibles». Se inspiran en la historia de san Nicolás de Bari, el origen de Papá Noél. Un santo que dejaba regalos, comida, a las puertas de las familias sin que supieran quién era. Hasta que le pillaron haciendo esas obras de caridad. De ahí que sea santo. ¡Ah! en España hay otro sonido que anuncia la Navidad: el sorteo de la lotería del 22 de diciembre. ¿Quién no ha soñado alguna vez con que le toque «el gordo»? Es el que más «salud» reparte, no me cabe ninguna duda.

¿Me gusta la Navidad?

En los últimos años diría que no. De hecho no decoro mi casa ni mando tarjetas navideñas. No me he convertido en el Grinch, es más sencillo que eso. Son fiestas que me agotan por varios motivos. Ayer mi hijo me hizo una reflexión interesante. Por motivos laborales, solo nos juntamos para cenar. Y me pidió que empezáramos a hacer las cenas ligeras, para preparar nuestros estómagos para los atracones de estas fechas. Porque, en las fiestas parece que se acaba el fin del mundo con la cantidad de comida que se prepara. Luego estás dos semanas comiendo sobras. Entiendo que la forma de «agasajar», de celebrar en España está muy ligada a la comida, pero en estas fiestas, el mejor regalo es la sal de frutas. Normal que no te acuestes hasta las tantas, la digestión se hace realmente pesada. ¿Hace falta tanto? No lo creo, sin embargo, es lo habitual en estos días. Puede que sea por el recuerdo de la escasez vivida en el siglo XX, las hambrunas provocadas por las guerras. Aquello marcó a la generación que lo vivió y ahora las mesas están repletas para que no te quedes con hambre. Imposible hacerlo cuando se cocina como para una legión (dato histórico: las legiones romanas las formaban 6000 hombres), aunque los comensales no pasen de 15. Lo de vomitar para que se pueda comer más, no es bueno para la salud.

Digestiones pesadas y el relámpago gris por las ausencias. Cuando hay niños en casa, se vive quizá con más ilusión. Sin embargo, cuando en la mesa ya hay solo adultos, aparece el relámpago gris. ¿Qué es eso? El relámpago gris es el título de un texto de Jose Luis Martin Descalzo que puedes encontrar en sus «Razones para la esperanza». En pocas palabras es la tristeza que aparece al recordar las ausencias en los momentos que son felices. O lo que es lo mismo, recordar a los seres queridos que ya no están. Y eso pasa en todas las casas en estas fechas. Quien más, quien menos, se acordará de sus abuelos. Te debates entre disfrutar de la compañía que está contigo o la nostalgia del pasado. Agradeces por los que están, o te quedas en los que no. Es tu decisión, aunque sea por un instante. Recuerdo unas navidades pasadas en las que mi hijo estaba a más de 8000 kilómetros. El anuncio de una marca de turrones despertaba al relámpago gris, no volvió a casa por Navidad. Y eso que lo sabíamos y las circunstancias climatológicas hicieron que los que pensaban hacerlo, tuvieran que replanteárselo. Desde entonces, las tradiciones en casa han cambiado. Creo que fue por esas fechas en que no puse los adornos navideños y ahora, unos años después, siguen en sus cajas. La ventaja es que al no poner el árbol, no tienes que guardarlo después. Y nuestro portal de Belén también ha cambiado. Ya no ocupa todo un mueble del salón, sino que es una figurita en una balda de la estantería. No tiene reyes magos, nos evitamos la tarea de hacerlos avanzar. Los hemos cambiado por tres figuritas de cristal.

Ya hay demasiado espíritu navideño fuera de casa. Quien lo disfrute, bien por ellos. A mi no me verás en el mar de cabezas de las calles o los centros comerciales de las ciudades. Porque, aunque la mayoría de las imágenes son de Madrid o Barcelona, ocurre lo mismo en Zaragoza, Málaga, o Vigo. Seguro que pasa eso en el lugar en que me lees. Y no solo en las cabalgatas de Reyes donde más de uno en vez de lanzar caramelos, intenta abrir cabeza, será para hacerse paso. Y donde hay profesionales de coger caramelos con paraguas, aunque dudo que luego se los coman. Por cierto, para esos, hay tiendas que un paquete de 5 kilos de caramelos vale 3 euros. Te ahorras frío y codazos ;-). Ahora la marabunta empieza desde el encendido oficial. No sé si eso forma parte del espíritu navideño, no va conmigo. Tanta gente es agobiante. Lo dicho, quien lo disfrute, perfecto para ellos. En estos casos, si pudiera tener una máquina del tiempo, puedo asegurar que ya estaríamos en el 7 de enero. Un chasquido y listo, mi estómago lo agradecería y mi cartera seguro que también. Y no, no voy a hablar de esa sensación de tener que ser felices por obligación, como es Navidad, solo paz y amor en los anuncios de la televisión. Las desgracias no se toman un descanso en estas fechas. No hay tregua como en las antiguas olimpiadas. Estaría genial, sin embargo la realidad tiene un paso muy distinto al espíritu navideño que nos venden las películas. Seguro que este año Chencho volverá a perderse en el mercadillo de la plaza mayor.

¿Algo bueno de estas fechas? Para mi que estamos más tiempo juntos, lo propio de las vacaciones. Aunque sea para hacer un maratón de pelis en el sofá, con palomitas dulces. No importa la temática, lo que más te guste. Estan las tradiciones oficiales: el encendido del árbol, la lotería, el discurso del Rey, las uvas, el concierto de año nuevo, (los saltos de esquí ya no aparecen en las pantallas), el roscón con chocolate… que cada vez resuenan menos. También están las propias que son algo bueno y distinto. Desde hace unos años, por ejemplo, probamos las tortitas nuevas del VIPS. Lo sé, eso también es consumismo y están hasta los topes de gente. Sin embargo es un rato muy divertido, nuestra merienda navideña para descubrir que están muy buenas o son realmente muy pesadas, como las de turrón. O el «carbón de Gaspar». El rey mago que no es el favorito de ninguno y por eso se mosquea y deja carbón dulce. El mismo paquete de las navidades pasadas y las anteriores, mientras no caduque, estará acompañándonos. Siempre le toca al mismo y el motivo por el que ponemos los calcetines navideños en la escalera. No tenemos chimenea y aunque la tuviéramos, no veo muy recomendable poner tela donde hay fuego. Es otro de nuestros «clásicos navideños». Como puede ser el roscón de reyes y sus figuritas horrorosas. Porque mira que son feas la mayoría de ellas. Te pasas el desayuno del día 6 pensando qué es la forma de arcilla o de plástico que has estado a punto de tragarte.

Las navidades, como todas las épocas, tienen algo bueno y algo no tan bueno. Depende, una vez más, de cómo decidas tomártelas, de la actitud con que las afrontes. No es la época, lo de fuera, quien decide, si no tú. Las obligaciones sociales y familiares pueden verse desde varias perspectivas. Tú decides cómo sobrellevarlas. Si te gusta la Navidad, disfrútala. Y si no te gusta, que sea leve y pase rápido. Ya sabes, si te resuena y te atreves, te leo. Que pases una fantástica semana.

Comments

2 respuestas a «Navidad»

  1. Avatar de carmen carrillo ortiz
    carmen carrillo ortiz

    Pues sí, exactamente como lo cuentas, si hay niños una maravilla por la ilusión de los peques, si ya son mayores todos, pues a esperar no coger demasiado peso con las comilonas.
    La ventaja : no tienes que cocinar durante una semana
    Pero Feliz Navidad igualmente un besazo reina.

    1. Avatar de carrillocris

      No cocinas durante una semana y llenas el congelador de tuppers, jejeje. Feliz Navidad. Un gran besote.

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