Martes 8 de Octubre de 2024. Ayer, en una navegación tormentosa por la red en la que estaba buscando algo que ya no recuerdo, supongo que no era tan importante, me encontré con una imagen familiar, muy familiar. Había un directo de tres personas que considero referentes, Antoni Bolinches, Álex Rovira y Francesc Miralles. Estaban hablando sobre lecciones de vida que ojalá las hubieran sabido antes. No me quedé mucho tiempo, lo suficiente como para escuchar a Francesc, a quien considero maestro y amigo, decir algo que acalló mi mente. Cuando le escuché, tuve claro que hoy iba a escribir sobre ello. Pude quedarme con otras frases, sin embargo esa llamó mi atención. No puedo escribirla tal como la dijo, pero venía a decir algo así: Si no puedes pasar página, te quedarás en el mismo capítulo. No sé en qué contexto la dijo, porque no pude quedarme más, así que lo llevaré a mi experiencia.
Pasar página
Quizá por la idiosincrasia femenina, las mujeres tendemos a tener buena memoria. Tanto para bien, como para mal. Nos cuesta pasar a otra cosa. Nos preocupamos, nos ocupamos y nos post ocupamos. Lo observo a menudo. Una incidencia, lo que sea, desde un fallo a una discursión, y la mente se dedica a recrear ese momento una y otra vez. Nos cuesta soltar. A los hombres no les pasa. Su mente está como en cajas, pasan de una actividad a otra sin darle más importancia a lo anterior. En eso son como los niños pequeños, se pueden enfadar por algo y al minuto estar tan campantes. Reconozco que hay veces que les envidio. Pueden tener un momento de estrés y dormir a pierna suelta. Para mi, el momento en que cierro los ojos es cuando mi mente decide hacer balance de lo malo y de lo que se puede mejorar. No he llegado a tal extremo, pero conozco a mujeres que, con más de 30 años, aun se acordaban de un examen que suspendieron en primaria. Su mente estaba anclada en esa multiplicación que no resolvieron correctamente. Suena exagerado, pero ¿cuántas veces te acuerdas de cosas que no dijiste que tuviste que decir, o te arrepientes de decisiones que tomaste en un momento concreto, cuando te saltaste las normas de tráfico al aparcar en un sitio dudoso y luego estuviste todo el tiempo pensando si te iban a multar o no? Momentos pequeños que quedan ahí, y se repiten una y otra vez, como el ajo si no le quitas el centro. Y al estar con la mente en modo revivir, no vives, no disfrutas del momento presente ¿Estar tanto tiempo rumiando una vivencia es sano? Creo que no. Es como vivir en un constante día de la marmota. No sé si hay algún tipo de círculo del infierno así, tendría que revisar la Divina Comedia de Dante. Y quizá es lo que peor llevan los que creen en la reencarnación, repetir vidas una y otra vez hasta que puedan trascenderlo todo, dar con el camino de salida. Lo que pasó, pasó. El pasado, al menos hasta donde yo sé, no se puede cambiar. Es cierto que puedes, con las técnicas adecuadas, reprogramar la mente, alterar los recuerdos, dejarlos ir para no cargar con ellos. Y eso es mucho, porque cuanto más vives, más momentos que pesarán en la memoria. Es importante pasar página, seguir avanzando tras aprender la lección de lo ocurrido. Vivir el duelo y continuar, quizá con una cicatriz más, con el esfuerzo de una rehabilitación, ponerse en pie y continuar. ¿Podrías quedarte aferrado en una página del libro de tu vida?
Cambiar de capítulo
Tarde o temprano hay que cambiar de capítulo. Los que tenemos libros pendientes lo sabemos bien. No soy de las personas que releen libros, de hecho creo que no tengo ninguno que pueda decir que es mi favorito. Tampoco tengo a un autor favorito. Hay muchas novelas y autores por descubrir. Prefiero no quedarme solo con uno. Y, he de añadir que tengo muy claro lo que me gusta y lo que no. Doy una oportunidad, si me convence pasadas las 10 primeras páginas, sigo, si no, volverá a la estantería. Quizá, en otra circunstancia de mi vida volveré a abrirlo, quizá se quede para siempre ahí. El día solo tiene 24 horas, es un tiempo limitado para todas esas páginas que están llenas de lecciones al viento, que no se sabe si llegarán al público o quedarán en el vacío de una caja de trastienda, o detrás de una estantería, acumulando polvo.
Cambiar de capítulo, una buena metáfora vital. Tiene mucho que ver con saber reconocer el final de una etapa y el inicio de otra. A veces la frontera se ve con mucha claridad. Como cuando se enciende la lucecita del depósito de gasolina del coche. Te apetezca o no, tienes que pasar por la estación de servicio y repostar. Ojalá fuera tan sencillo en todos los momentos de la vida. En las relaciones personales cuesta más. O en los proyectos que no marchan como esperabas. ¿Cuándo sabes que ha llegado el momento de dejar de picar piedra, abandonar la veta? Sí, claro que hay señales, indicios de que una relación de pareja no funciona. Esa frase tan manoseada de que el amor terminó. Y cuesta tomar la puerta y seguir por separado. Porque nos gusta la costumbre, la comodidad de lo sencillo, nos adaptamos a lo que no nos hace felices, por no molestar, porque es lo que hay, por no tener que enfrentar un cambio que no sabes a dónde te llevará. ¿Cuándo hay que bajar los brazos en el partido de la vida? ¿Cuándo hay que quitar la tirita? Hace unos años había una serie de televisión, Doctor Mateo, en la que una de los personajes, Trini, llevaba un collarín en el cuello después de años del accidente por el que se lo pusieron. Al no quitárselo a tiempo, la musculatura estaba debilitada y le costaba más la rehabilitación que seguir llevándolo. ¿Es sano mantener algo que no lleva a ninguna parte? Es importante saber poner el punto final. Las historias empiezan y acaban. Es ley de vida y solo así llegan otras cosas. ¿Te quedaste para siempre en primaria? No ¿verdad? Quizá tu mente sí, con ese ejercicio de matemáticas que no te salía y que cada cierto tiempo aparece en tus momentos de tranquilidad, cuando la mente se aburre y se pone en modo mono loco saltarín. Quien dice ejercicio de matemáticas dice cualquier otra vivencia, si piensas un poco seguro que encuentras algo. Algo complicado de resolver.
Si no eres capaz de pasar página, tarde o temprano la vida se encargará de que lo hagas. De la zona de confort se sacan a patadas. Suena fuerte, pero es así. Quizá no tengas clara la frontera entre irte o quedarte, pero cuando pasa el tiempo, lo tienes clarísimo por la incomodidad. Por mucho miedo que te de la incertidumbre, no puedes quedarte en el mismo sitio. Las otras personas puede que no, sin embargo tú no eres la misma persona que inició ese camino. Es tiempo de cambiar, de poner punto final a la lectura, cerrar el libro y seguir con otra cosa. Eso es el crecimiento personal, saber en la etapa que te encuentras, de dónde vienes y hacia dónde te quieres dirigir. Y lo que no te ayuda, te detiene, te retiene en un sitio que ya no es el tuyo. Reconocer la frontera cuesta, aunque cuanto más vivas esas circunstancias, más entrenarás y podrás darte cuenta con más facilidad. Todo es aprendizaje, forma parte del proceso. Eres responsable, que no culpable, de tu pasado. Responsable, según la etimología, significa que requiere respuesta. Eres capaz de dar respuesta a lo que te ha pasado, de decidir qué hacer con ese aprendizaje. Y una vez que das respuesta, puedes soltar, continuar. Ya, parece un trabalenguas, sin embargo, es importante para el proceso de madurez. Eso te permitirá que estés más consciente de tu momento presente y ser capaz de ver más allá de tu campo de visión, te hará tomarte las circunstancias de la vida de otro modo.
Si estás incómodo en donde estás, atrévete a pasar página, cambia de capítulo y continúa por tu camino, aunque no sepas con certeza dónde te llevará. Y ya sabes, si te resuena y te atreves, te leo. Que pases una fantástica semana.
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