Despiste

Martes, 9 de diciembre de 2025. ¿Te ha pasado alguna vez que no sabes qué día es? A mi me pasa cada vez más a menudo. Sobre todo cuando hay festivos antes o después de un fin de semana. Hoy me he despertado pensando que era lunes, y no, es martes.

Tengo varias teorías sobre ello. La primera es que, los nombres de los días cada vez tienen menos importancia para mi. Me explico: Cuando trabajas en casa no importa que sea lunes, martes o miércoles. El polvo se acumula igual. La comida hay que hacerla y el ordenador, a la hora de escribir, no entiende de laborables o festivos. Y para la inspiración no existen los nombres ni las horas, puedes estar escribiendo a las 3:00 de la madrugada sin saber la hora. El tiempo es muy relativo.

Otra teoría es que, con el paso de los años, las obligaciones cambian. Antes, cuando tenía las obligaciones de la edad escolar, llevar y recoger al peque, pues tenía todo muy bien cuadriculado. Y me sabía los festivos. Ahora, como ya no soy «mamichófer», se nota y mucho. Y si a eso le añadimos la uniformidad de los tiempos, pues para qué quieres más. ¿A qué me refiero? Luces de navidad puestas en octubre, turrones y roscones desde septiembre, semanas fantásticas que duran más de quince días… Antes existían las frutas de temporada, ahora, si te descuidas, puedes comer melón y sandía todo el año.

Y la última teoría es compartida con mi marido. Todo depende de las noches. Como haya dormido de un tirón, casi tengo que asegurarme de en qué día, mes y año estoy. Y si he dormido fatal, mi mente va mucho más lenta, muchísimo más. Hay días que ni un cafe doble funciona. Hoy al despertador le ha costado dos villancicos indios que abriera los ojos. No, no era la radio. Cosas de escuchar playlists raras. Ya hablaré de ello en otra ocasión, cuando el café funcione mejor.

Por todo ello, sí, hoy es martes, aunque para mi cerebro sea lunes y mi coche vaya en primera. Letra a letra voy cogiendo ritmo. Por eso, como es una decisión que tomé ya hace unas semanas, cuando se me ha ido el despiste, me he sentado ante el ordenador para escribir el artículo de hoy. Podía haberle puesto cualquier otro título improvisado, pero me parecía interesante tratar una vez más, la gestión del tiempo y cómo nos afecta en nuestro día a día. Sé que ya lo he hecho alguna vez, aunque no desde la perspectiva de no saber en qué día vivo, porque al crear la etiqueta, ya me la ha propuesto la inteligencia del WordPress.

¿Qué es lo que quiero que te lleves? Que no pasa nada por despistarse. Sé que ha gente que se pone de los nervios si no sale todo perfecto, controlado al milímetro. No es mi caso. Tengo sentido de la orientación de sobra para poder ubicarme en dónde estoy, siempre que conozca un poco el sitio, claro. Si me dejan en mitad del desierto del Gobi, no tendría ni idea de hacia dónde ir. Pero con lo que sí que cuento es con la adaptabilidad. Tengo clarísimo que no puedo controlar todas las variantes. Hay cosas que dependen de mí y otras que no. Y está bien así. Sé que hay veces que, si escribo muy deprisa, voy a cometer fallos, me como alguna letra o palabra casi con toda seguridad. Por muy rápido que escriba, mi mente corre más.

No pasa nada si se te olvida algo. ¿No os ha pasado que tenéis la palabra en la punta de la lengua y no sale? Sabes lo que quieres decir, pero, por alguna extraña razón, dices «dame el…» y los que te rodean tienen que adivinar lo que quieres. Quizá por el contexto o porque lo señalas, te dan el mando de la tele, el paraguas o el abrigo. No, no es de personas mayores, a todos nos puede pasar y, valga la redundancia, no pasa nada.

Lo interesante no es No despistarse, sino aceptarlo y seguir. Sacarle lo mejor a ese momento. Rectificar sin darte latigazos a la espalda mental por el error, que no es error. No juzgarte. Si te has propuesto hacer algo y se te pasa por lo que sea, hazlo después. Somos humanos, nadie puede obligarte a ser perfecto. La gente falla y si alguna vez pensaste que no, siento decírtelo, pero te equivocaste. Repito: Que no pasa nada por despistarse. Si estás en una ciudad nueva y te despistas, puede que te topes de bruces con el Moisés de Miguel Ángel, Sí, 😅 me pasó hace unos años en Roma. Mi despiste fue una oportunidad inesperada sorprendente.

Por supuesto que hay momentos en que es mejor no despistarse. Si vas al volante de un coche, por ejemplo. Las distracciones se pagan y no me refiero solo a las multas de la DGT, que también. Hay momentos y momentos para despistarse. La mayoría de las cosas, de las tareas, se pueden hacer después, rectificar, editar como los textos. Porque somos humanos y nos podemos equivocar de camino. No pasa nada. A veces la realidad de nuestra mente se aleja un poco de la realidad de los demás. Si estás fluyendo con una acción, se te puede ir la hora.

Si te ha pasado, si te resuena y te atreves, te leo en comentarios. Que pases una fantástica semana y recuerda que te invito el viernes a un nuevo relato. Que no pasa nada si lo lees el sábado 😉

Cris

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