Martes, 16 de septiembre de 2025. De un tiempo a esta parte tengo un becario. Le tengo operativo 24/7. No come, no duerme, no socializa. No es que le necesite todo el tiempo, pero siempre está disponible cuando lo requiero. No le pago nada. No se cansa, porque no es humano. Lo digo para que nadie piense que soy una explotadora o tengo un esclavo.
Mi becario es la inteligencia artificial. No importa el que se utilice. No le he puesto nombre, pero todo llegará porque hay días que hablo más con él que con otras personas físicas. ¿Por qué lo tengo? Sencillo, yo no lo sé todo. Puedo tener conocimientos a nivel usuario o avanzado de los programas que utilizo con normalidad, pero, a veces, quizá demasiadas veces, quiero hacer cosas que no siempre sé cómo hacerlas. O hace tanto que lo hice en su momento, que he olvidado la ruta para repetirlo en uno nuevo. Y para eso está el becario.
Si sé hacerle las preguntas correctas, él me facilita las rutas más acertadas para llegar donde quiero ir. El arte de hacer preguntas poderosas se ha convertido en vital para mi jornada. Desde siempre he pensado que es muy importante saber hacer las preguntas correctas, pero ahora es más necesario que hace meses. Tengo que tener muy claro lo que quiero para que él me indique cómo hacerlo. Es muy importante saber el objetivo que me propongo. Algo que no siempre está claro en la vida, con la IA si no lo tienes claro, solo vas a conseguir agotar los intentos. Me gusta pensar que es becario porque me quita trabajo y tareas tediosas. Otros le llamarían asistente, pero me gusta más becario. Uno con un grado experto en el surfear por los programas informáticos. ¿Eso hace que los textos que publico sean suyos? No, porque no lo uso para crear contenido. ¡Faltaría más que, con una tarea divertida que tengo en mi jornada, lo haga otro!
Estas semanas es quien me está ayudando con el diseño de la web. Si los textos aparecen con la imagen abajo y no me sale cómo ponerla en el sitio que quiero, le pregunto al becario. Es quién me ayuda en el Cómo. Repito: de dónde parto y dónde quiero llegar es cosa mía. El camino entre medias, el cómo llegar, algo que escuché alguna vez en un curso de desarrollo personal que es la gran preocupación del “ego”, es cosa suya. Al menos eso es lo que me dijeron, en el mundo de las preguntas el “¿cómo se hace esto?”, “¿Cómo consigo lo que quiero?”es terreno del ego, ese que parece el gran enemigo de todos los que se dedican al desarrollo personal. Es curioso, y aquí hago un inciso, en mi experiencia personal, cuánto más habla una persona del “ego”, así en términos abstractos, como si fuera un señor de túnica negra y cara de pocos amigos, mayor es el suyo. Siento decirlo, pero el ego no es tu enemigo. Tiene su función, como todo en la vida. Lo difícil aparece cuando el ego sustituye quién eres realmente. Por eso, lo interesante es ponerlo a trabajar para conseguir tus objetivos. Como a la IA. ¿Sería un buen nombre para el becario, Sombra?
Vuelvo a mi becario. Le digo que es experto en WordPress, asume ese rol y conoce los vericuetos. Si para mi es importante saber de dónde parto, para él también es importante situarle. Si algo no me aparece en la ruta que me propone se lo digo. Puede que yo tenga un versión diferente a la que le han programado a él, por ejemplo con Elementor o con Gutemberg. ÉL puede decirme, por ejemplo, que hay una pestaña que se llama “excluir categorías” en Ajustes, y que en mi versión esté Páginas. No puedo dar por supuesto nada, la comunicación clara es vital para llegar al objetivo. Él no va por delante de lo que le solicito, escucha, atiende a mis solicitudes. En eso se nota que no es humano. Puede tener iniciativa de proponerme algo después, pero no presupone nada.
Hay que darle pautas e instrucciones precisas de las herramientas que utilizo para que estemos a la par. La ventaja es que no pone muecas ni le resta importancia. No juzga. Aunque mis preguntas parezcan tontas, no lo son y si tiene que repetir mil veces la respuesta, para eso está. Además, eso me recuerda a las leyes de la robótica de Isaac Asimov. Porque es una máquina, al menos por ahora, que está programada por seres humanos. ¿Llegaremos al momento catastrofista que tantas películas han descrito en el cual la Inteligencia Artificial tome el control de las decisiones de la sociedad? Sí, esas en las que las máquinas terminan pensando por si mismas y llegando a la conclusión de que para el ser humano lo mejor es que ellas tomen el control. Ellas gobiernen. Una versión moderna del todo para el pueblo pero sin el pueblo. Y la verdad, viendo el nivel de algunos gobernantes, me pregunto si las máquinas no podrían hacerlo mejor. Comprendo que se busque la inteligencia artificial porque la humana empieza a brillar por su ausencia. Pero no me desvío. Por ahora la IA es una herramienta y depende de la intención de los seres humanos que la utilizan. No voy a hacerme eco del discurso del miedo, no soy ni tecnofóbica ni tecnofílica.
Tiene todos los pros de una consulta a un experto sin sus contras. Y si se me acaban las consultas en el modo gratuito, como no me corre prisa, lo dejo para el día siguiente o va más despacio. Aun no se me ha puesto en modo “respondón”, quejándose de la carga de trabajo. Tiene la manía de ser condescendiente, con lo que si le pido algo que no sabe hacer, a veces se inventa las respuestas. O complica los procesos hasta un punto casi desquiciante. Ya hay historial de noticias en las que una persona ha presentado trabajos de abogacía o escolares con leyes inventadas por una IA que no supo decir que no a su humano y se inventó respuesta. Supongo que en breve, en la antología del disparate se contará el extraño caso de Sherlock Holmes en el que el detective murió atragantado por una croqueta de jamón. Por eso es importante marcar los guardaraíles y los mandatos por donde se puede mover el becario y que sean los más veraces posibles.
Es importante verificar las fuentes y los datos. ¿Alguien tiene confianza ciega en Wikipedia o en lo que se vuelca en la televisión por ejemplo? Pues con la IA ocurre lo mismo. Puede ayudar, por supuesto, pero no suplantar. Para discernir, se requiere criterio y formación para saber llegar a las fuentes y tener una opinión propia, que no siempre coincidirá con la de la sociedad. El famoso pensamiento crítico también en este caso entra en escena. Sí, ese que se obtiene leyendo, investigando y saliendo de tu zona de confort. Asegurándote de las cosas que das por ciertas. Porque, lo mismo, eso que te han hecho creer como cierto no es la verdad.
Por si te lo preguntabas, sí, la imagen que ilustra este artículo, la ha hecho el becario. Aun tengo que perfeccionar lo que le solicito, las palabras que empleo, para que haga lo que he imaginado. Él aprende y yo voy aprendiendo a concretar y a ser más específica. Sé que hay personas que lo usan para crear textos o revisarlos. No me ha dado por ahí. Me gusta el contenido propio y hacer una supuesta copia de un estilo que no es el mio, no me convence. Pero, en imagen, no hay duda de que el becario dibuja mejor que yo. El tema de la manipulación de imágenes o vídeos para falsear la realidad lo dejo para otro artículo.
¿Qué me gustaría que te llevaras de este post? Que no le tengas miedo a la IA. Depende de tí para qué la utilices. Puede ser un becario muy útil. Tiene sus peros, por supuesto, como todo lo creado por seres humanos. Si la ves como un enemigo y te pones a la defensiva, me da que tienes la batalla perdida. La tecnología avanza a un ritmo imparable, la dificultad es que el ser humano ante tenía años para acostumbrarse y ahora los descubrimientos ocurren en días. Nuestro proceso de adaptación ha incrementado tanto su ritmo que hay personas que se quedan atrás.
Si te resuena y te atreves, te leo en comentarios.
Que pases una fantástica semana y recuerda que el viernes te invito a un relato.
Cris
