Jueves, 30 de octubre de 2025. Por temas familiares, esta semana publico el jueves en vez del martes. Mi cabeza no estaba para continuar con el artículo, aunque lo tenía a medio escribir. Supongo que, una vez pasados, volveré a la normalidad de los martes. En cualquier caso, el blog se adapta a la vida y no al revés. Toda la actividad en el mundo virtual debería ser así, no siempre lo vemos tan claro.
Hace poco estaba escuchando la radio y el locutor, o era uno de los colaboradores del programa, no lo sé, estaba hablando de los conciertos de música. En la misma frase citó los tres elementos que dan título a este artículo. Laca, alcohol y mechero. Era lo indispensable para un concierto, sobre todo si era de música rock, en últimas décadas del siglo pasado. La gente, quien más quien menos, se ponía laca en el cardado del pelo. Daba más volumen, lo mantenía así por más tiempo. El alcohol, la mayoría de los casos se bebía cerveza o lo que fuera, antes, durante y después. Y los mecheros, eran imprescindibles para las baladas. Hasta los que no fumaban, contaban con uno en el bolsillo. En la actualidad se han sustituido por las linternas del móvil. No es lo mismo, aunque sí más seguro. Porque, como decía el locutor, con tanta laca y tanto alcohol, lo extraño es que el fuego de los mecheros no provocara más catástrofes. Sí, eran otros tiempos.
¿Por qué cuento esto? Porque no somos conscientes del peligro que corremos a diario. ¿Significa eso que debemos vivir con miedo, dentro de una burbuja? Para nada. Lo contrario de la vida es el miedo no la muerte. Suena a frase sentencia, lo reconozco, sin embargo es así. Las salas terminales de los hospitales están llenas de gente que se arrepiente de las cosas que no hizo. ¿Motivo? El miedo. No te pones tal o cual ropa, por miedo al qué dirán. No decides seguir tu pasión por miedo a que salga mal. Y lo comprendo, de verdad, sin embargo es vivir con el freno puesto, otra vida que no es la tuya de verdad. ¿Significa eso que es mejor vivir en modo salto base? No, el instinto de supervivencia, de conservar la vida es maravilloso. Aunque no tenga vértigo, no se me ocurriría saltar desde un décimo piso para comprobar si se cumplen o no las leyes de la Física.
El miedo no es un enemigo, si no un aliado, una fuerza que podemos utilizar a nuestro favor. Todos sentimos miedo. No hacerlo no es de super héroes, sino de enfermos. La clave está en qué hacer con él. Si le dejas que tome las decisiones por tí, no te moverás de tu rinconcito. Porque todo lo de fuera es peligroso, se escapa de tu control. Si lo escuchas y después decides, entonces el piloto eres tú. Digamos que es como el navegador del coche. Mejor llevarlo y prestarle atención en algunos momentos, siendo consciente de que eres el conductor. Ahí está la clave: consciencia.
Si eres consciente, todo está permitido. Porque actúas en consecuencia. Son los niños los que no son conscientes de los peligros que corren. En nuestra sociedad, desde el poder se busca más a los infantiles que a los ciudadanos conscientes. Las leyes son restrictivas para hacernos conscientes de los límites que la rigen. Eso no quiere decir que algunas leyes sean justas o correctas. Puede que se hagan las cosas, con toda la buena intención, y que la ley se corrompa por diferentes motivos. ¿Un ejemplo? Hay muchos. Cuando le prestas más atención por ejemplo a la raza, nacionalidad o al género de una persona que a los méritos curriculares, no es dar oportunidad a la igualdad. Aunque desde el lado «buenista» nos intenten vender la moto. Igual que no es correcto negar un puesto en igualdad de méritos curriculares, por raza, nacionalidad o género. Ambos extremos no son correctos. Si queremos que la sociedad marche, los puestos relevantes deben ocuparlos los mejores candidatos para ello. Si requieres de una operación a corazón abierto ¿te pondrías en manos del primero que pase por la puerta del hospital? Puede sonar la flauta y que sea un cardiólogo de primera. Por si acaso, mejor que no.
Consciencia de los límites. Si a pesar de ello, los rebasas, se responsable con tu decisión. Eres adulto, asúmelo. Si el límite de la carretera es 50 y vas a 80, asúmelo. Si te pilla un radar, aunque haya sido puesto con afán recaudatorio, que los hay, es tu responsabilidad. Si vas a un concierto con un kilo de laca en el pelo, en un sitio que vas a estar sin espacio personal y te pones a jugar con el mechero, se consciente de que alguno, o tú mismo, puedes acabar con un corte de pelo sin querer. Tranquilo, como ahora no se puede fumar en sitios cerrados, mejor usa la linterna del móvil. Es muy posible que así empezara el cambio.
¿Qué quiero que te lleves de este artículo? Consciencia. No busques culpables fuera. En este partida de cartas, eres tú quien decide qué hacer con las que te han repartido. Y eso no quita ni un ápice de diversión. Escucha al miedo, sin embargo sé adulto y decide tú, asume tu responsabilidad. Será como un entrenamiento, cuanto más lo hagas, más te acostumbrarás a hacerlo, hasta que te salga solo. Al principio lo conseguirás una vez de 100. ¡No desistas! Sigue y llegará un momento en que sean 15, 20, 70, 90… Recuerda que siempre tienes la capacidad de decidir tu actitud ante lo que ocurre. Habrá veces que no puedas decidir tus acciones, vendrán impuestas desde fuera, sin embargo siempre puedes decidir tu actitud ante lo que ocurre. Eso es exclusivamente tuyo, nada ni nadie te lo puede quitar y no lo delegues, por favor, porque eso es lo que te hace humano.
Si te resuena y te atreves, te leo en comentarios.
Que sea estupenda lo que queda de semana. Mañana tendrás un nuevo relato, en eso sí que no habrá demora y nos leemos de nuevo el próximo martes, espero.
Cris
