Martes, 29 de julio de 2025. Última semana de julio o lo que es lo mismo, comienzan las vacaciones de agosto. Quien sigue este blog sabe que en no publico ese mes, aunque no esté de vacaciones. Es el momento que aprovecho para hacer otras cosas. Porque, en realidad, las vacaciones son eso, cambiar de una actividad a otra. Dejar la rutina cotidiana por hacer lo que en el curso no has podido. Cambias el madrugar para ir a trabajar por el madrugar para ir a explorar, o el dormir un poquito más, tan necesario a veces. Nuestros hábitos cambian, hasta en los detalles más pequeños. Pasas de los platos de cuchara a las ensaladas de cualquier cosa, arroz, lentejas, judías. Con el calor apetecen platos fresquitos. Sigues comiendo legumbres, pero de otro modo. Tus 10.000 pasos diarios ya no son para ir de casa al trabajo o en el gimnasio, sino que te dedicas a recorrer rutas por pueblos desconocidos, por la playa o por la montaña. De ahí surgirán los propósitos septembrinos, de quedarse sin aliento en una caminata cuesta arriba o de sentir que el atuendo playero no te queda como hace 10 años. Las carreteras se llenan, como los lugares turísticos, los restaurantes, los bares. Hay mucha gente y como no reserves, ya puedes buscar un supermercado para comer. Las ciudades ya no se vacían como antes, porque unos se van, y otros vienen. Los pueblos tranquilos, triplican su población, porque hay mucha gente. Eso sí, lo que se mantiene es el calendario de obras que convierten el asfalto en un extraño queso Emmental (el Gruyère no tiene agujeros por mucho que se empeñe el refrán).
Somos seres de hábitos. Hasta la incertidumbre se convierte en rutina. ¿Por qué? Porque a nuestro cerebro le encanta la automatización, el repetir acciones aporta seguridad y evita sobresaltos. En exceso ese «hacer siempre lo mismo» puede llevar al aburrimiento. ¿Entonces? Entonces, cambiamos de actividad. Introducimos algo nuevo en el ritmo vital. Hasta que se convierte en hábito, a veces tras 21 días, o tal vez menos. Porque las vacaciones son la oportunidad de las cosas nuevas. Atreverte a ir más allá o retomar algo que dejaste por falta de tiempo. Te pones al día, si puedes, con las lecturas pendientes, con las pequeñas chapucillas que dejas para luego el resto del año. Como hace calor y tienes las ventanas abiertas, aprovechas y pintas una habitación, o cambias la distribución, te atreves a volver a la jardinería, o a hacer orden en el trastero, porque se está fresquito y ya no tienes la excusa de que estás ocupado. Eso sí, lo ordenas con calma, nada de agobiarse. Las vacaciones también son el tiempo de los cursos, no tanto para tus requisitos laborales como para abrir nuevos caminos. Quien sabe, lo mismo encuentras entre las cuerdas de una guitarra o las agujas de punto una nueva pasión para esos momentos en que las tablas de Excel se convierten en losas, o la página en blanco del programa de tratamiento de texto se convierte en un agujero negro. Si lo consigues, las vacaciones dejarán de ser un periodo concentrado en unos días para convertirse en infinitas. Sí, porque cada día podemos tenemos unos momentos de vacaciones. Sería lo ideal. Así, la espera del fin de semana, las vacaciones o la jubilación se hace más corta, hasta que se convierta en otra etapa más. Hay mucho por descubrir para que el aburrimiento no se instale en tu vida, no queremos a ese okupa.
Estos días previos a la gran temporada de vacaciones que es agosto, se mueven por las redes listas de cosas por hacer. Vienen bien para tomar ideas que, a lo mejor no se te han ocurrido. ¿Voy a hacer la mía? No soy de hacer listas. Me gusta leer las propuestas, pero creo que lo más interesante es que cada uno haga su propia revisión vital. Puede que para tí sea muy importante, justo y necesario en este momento de tu vida, irte a bailar descalza en medio de un bosque y abrazar árboles. Por supuesto que lo respeto si ello implica que cuides el paraje, nada de dejar tu huella personal con basura o llevarte un trozo de corteza de recuerdo. Para mi, a lo mejor, es más beneficioso y placentero hacer una figura de lego, terminar una miniatura de una habitación de lectura o jugar con la consola el juego que me regalaron en Navidad y que aun ni he sacado de la caja. Cada uno tiene sus gustos y sus aficiones. Está fenomenal probar cosas nuevas, aunque parezca que todos tenemos la misma idea. Por eso es importante encontrar lo propio, así, aunque haya tropecientas personas en el mismo lugar, tendrás tu momento, no te afectará lo de fuera porque tu experiencia es solo para ti. Por una vez puedes estar solo en medio de un montón de gente y disfrutar ese atardecer o ese amanecer en la ciudad, en la playa o la montaña sin agobiarte.
Las vacaciones son para descansar, cambiar de una actividad a otra. Por eso hasta no hacer nada es hacer algo. ¿Qué es lo que vas a decidir? ¿Qué es lo que vas a hacer? Piénsalo, sin cargo de conciencia, porque es tu decisión. Tanto si decides ir a un lugar como si no, ambas opciones están bien, si parten de ti. Diría más, hasta desaparecer en la muchedumbre está bien, si así lo decides. Para mi sería una tortura meterme en una piscina donde no se ve el fondo de la gente que hay, sin embargo a otras personas les puede encantar esa aglomeración. Mientras esté la posibilidad de elegir, está genial. Las barbacoas familiares son igual de respetables que tener otros planes. Sé que para algunos es difícil, hasta doloroso, comprender que las prioridades cambian y lo que te gustaba hacer con 20 años no tiene por qué gustarte con 30. Porque, en los periodos vacacionales es cuando surgen más los conflictos. Pasamos más tiempo juntos, hay más estrés, más ansiedad. Los planes chocan. Como cualquier plan humano, las vacaciones no son perfectas, aunque nuestra mente se empeñe en planearlas así. Porque no depende de ti. Tú decides tu actitud ante lo que ocurre, lo que ocurra en tu día es incierto. En vacaciones también hay imprevistos. Como los propósitos de Año Nuevo, no tiene por qué cumplirse todo lo planeado. De hecho, me atrevería a decir que hay muchas posibilidades de que no ocurra. Planeas un día de playa, por ejemplo, y otras miles de personas han pensado lo mismo que tú, por lo que hay aparcamientos completos, aglomeración de toallas, sillas y sombrillas. Para terminar, hay algas y medusas en el mar. ¿Puedes cambiar las circunstancias? No. Puedes elegir tu actitud, aceptar lo que te viene dado y decidir qué hacer con ello. A lo mejor un aparcamiento lleno, un cambio de planes, es el momento para descubrir otro sitio. Más que luchar contra las circunstancias, o ponerte de mal humor porque no responden a tu plan perfecto, la mejor opción es buscar alternativas. ¿No puedes viajar al paraíso? Créalo en donde estás. Irte de una playa abarrotada no es una derrota. Quien dice playa, dice piscina, bosque, montaña o hasta un espectáculo de fuentes en un palacio. Es tomarte la libertad de elegir.
Tómate vacaciones de todo menos de ti mismo. Ya has estado en piloto automático mucho tiempo. La gran mayoría de nuestras acciones cotidianas las hacemos de manera inconsciente. Nos dejamos llevar. El mayor reto de las vacaciones es ser conscientes, decidir lo que vamos a hacer. ¿Quieres leer un libro de un autor desconocido? Me parece genial. Igual que si quieres leer el bestseller del verano. En mi caso, le estoy dando una oportunidad a La Trilogía de la Niebla. Me ha enganchado lo justo para que, todavía, no tenga ganas de pasar rápido las páginas. Si deja de engancharme, lo dejaré y no pasará nada, estará bien. Porque, lo habré decidido yo. Un libro es un contrato entre el autor y el lector donde el lector es libre de cambiar de opinión y cerrarlo. Puede que no sea para tí y está bien. Puede que no te enganche y está bien. No tienes por qué comprar la idea. Hasta tu autor favorito puede dejar de serlo. A mi me ha pasado. Tuve unas vacaciones que estuve en modo «galactus», devorando mundos creados por la imaginación de un autor. Y me gusta. Hasta que una de sus propuestas dejó de gustarme, no me enganchó, no me la creí. Le di la oportunidad a otro autor, a otros mundos. Y no pasa nada, cada uno tiene sus gustos, sus prioridades. Por eso, lo importante es que te coloques en el centro, decidas, elijas. No se trata de activar el modo egoísta y creerte el ombligo del mundo. No va por ahí la idea. Que también pasa en vacaciones, personas que avasallan a otras porque van a su bola, imponen sus planes sin importar tu opinión. Llegan los últimos y van dándote empujones para colocarse los primeros. Mal educados hay en todos sitios. Y si tienes que ponerles en su sitio, por muchas canas que peinen, hazlo. No te pierdas a ti. Puede que en su mundo, ellos sean importantes. En el tuyo, lo eres tú y si no les pones límites, te tratarán como a un guiñapo. No eres mejor, pero tampoco eres peor que los demás. Eres tú. Valórate y no te dejes en casa en vacaciones. Puede que decidas que retirarte para no tener bronca es una buena opción, pero también lo es plantarte y ocupar tu lugar. Es igual de respetable, si así lo decides.
Termino ya este último artículo del mes de julio. Volveré a publicar en septiembre, al menos esa es mi idea. Las circunstancias pueden cambiarla. Existe esa posibilidad. Disfruta de tus momentos de tiempo libre y que seas muy libre y muy consciente de tus decisiones.
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