A vueltas con los cambios

Martes, 30 de abril de 2024. Una semana más me siento ante el ordenador, aunque esta vez con ideas más abstractas todavía. Sí, estoy haciendo cambios en la web, lo que implica que los artículos también están cambiando en apariencia. Me gusta que sea un poco más sencillo. Y sí, hay errores de novata porque hace tiempo que no juego con wordpress y he publicado la nueva apariencia antes de tenerla tal como me gustaría. Pero bueno, eso me permite que se vayan viendo los cambios.

Renovarse o morir

Me está costando centrarme. Fuera hay obras que hacen que pierda el hilo del texto una y otra vez. Es llamativo porque por mucho que quiero centrarme, entre las aspiradoras, la máquina que limpia las calles, las radiales, los martillos, de las obras del vecino de abajo que debe estar cambiando los suelos y todas las paredes, el timbrazo de los mensajeros, es como si no oyera mis propios pensamientos. Y si a eso le añadimos las conversaciones del teletrabajo, más que seguir las ideas, las persigo en una carrera frenética donde se me escapan una y otra vez. ¿Cómo lo hacía cuando estaba en una oficina, en un cubículo donde hablaba con clientes toda la jornada? Ya no lo recuerdo. Supongo que entraba en modo automático, conectada a una máquina, eran casos, incidencias a resolver y que tenían un beneficio económico, nada más. Sí, es uno de esos días en los que me gustaría crear silencio a mi alrededor. Una tarea casi imposible en las ciudades. Además, mi mente está anticipando las actividades pendientes. Me contaron que un escritor desarrollaba su obra con heavy metal puesto en sus auriculares. No me extraña. Es una forma de que el ruido externo no llegue a la mente. Sí, yo también escribo con música y con anulación de ruido. Al menos en las novelas lo hago para poder fluir. Y varío, no es lo mismo lo que provoca el sonido del piano que cuando busco tambores. Ya son años conociendo mis mecanismos de escritura.

No hay circunstancias ideales, hay que surfear lo mejor que se puede.

Los cambios en el blog tampoco están ayudando. Hasta que me acostumbre a escribir en esta plantilla, tardaré un tiempo. Han sido muchos años con el anterior diseño. ¿A qué vienen los cambios? Cuando se producen de forma interna, tarde o temprano se plasman en lo externo. Y se avecinan más. Llevo unos días en modo diseño. Escribiendo textos, ordenando conceptos, buscando nueva imagen, jugando con las diferentes herramientas y consultando a expertos. ¿Me convencen los cambios? Por ahora voy acercándome a lo que quiero, a esa imagen ideal, que no he conseguido plasmar. Estoy en ello. Con poder explicármelo a mi, me vale. Y todo ¿para qué? Para que el principio de una nueva etapa sea como quiero que sea. Llega un momento en que un capítulo se cierra y otro se abre. Un cambio de estación, cambio de armario, cambio de comidas, cambios de horarios. Vivimos en el cambio, aunque nos acostumbremos, aunque parezca que nada cambia en la rueda de la vida, donde unas estaciones dan paso a otras en un eterno ciclo.

Volver a empezar en una espiral ascendente

No nos movemos en un círculo sino en una espiral ascendente. Parece, solo parece, que seguimos en el mismo lugar, sin embargo estamos en otro diferente. Y es curioso lo que genera un cambio de perspectiva. Cada uno usa su propia lógica y sus parámetros. Un ejemplo. Algunos usan los paralelos para situarse en el planeta. Por lo que del ecuador hacia el polo norte es subir. De ahí que pasar de Madrid a Zaragoza, sea subir. Sin embargo, si nuestros parámetros es la altura desde el nivel del mar, Madrid esté a 657 metros y Zaragoza a 199 metros, con lo que es bajar. Depende, una vez más, de tu posición y de ser observador. En mi caso, y eso ha dado para más de una conversación en la mesa, cuando viajo, a menudo digo bajar, me rijo por la altura, esa es mi referencia. Me viene de las pendientes en las carreteras. Quizá cuando no conducía no me fijaba, pero ahora sí. También el hecho de circular a menudo por un puerto para llegar a casa. Respeto a los que usan los paralelos, sin embargo, mi criterio es distinto. Ni mejor ni peor. Ya no me llama la atención convencer, ni justificarme. Porque al final, todos vivimos inmersos en nuestra película, con nuestra propia visión y creación de la realidad. El día a día está lleno de ejemplos sobre ello. Cuando te llaman egoísta por poner límites ¿quién es el egoísta, quien dice que no o quien quiere que hagas las cosas según sus ideas? Voy a ser un poco más clara. Si tu quieres ir al teatro y tu pareja al cine, y siempre terminas haciendo lo que tu pareja quiere, por no discutir, por comodidad, por lo que sea. El día que te niegas ¿quién es egoísta? Porque lo mismo quien te lo llama es quien realmente lo es. A veces dicen egoísmo a lo que en realidad es amor propio, poner límites, ser adulto. Y ojo con esos juegos psicológicos, esos chantajes emocionales. Quien me sigue en estos artículos semanales, ya sabe de lo que hablo.

Cambios de madurez

No quiero acabar sin referirme a la madurez. Llega un momento en que ese cambio, quizá por el paso del tiempo, quizá por las propias circunstancias, tomas decisiones. Salirse de lo habitual a veces se marca como inmadurez. A veces me pregunto si es justo lo contrario. Entiendo lo que es adaptarse. Sin embargo, no creo que sea madurar, establecerse en el criterio común. Por ejemplo, ¿madurar es que un joven haga lo que hacen todos los jóvenes de su edad? Si todos escuchan la misma música, van a los mismos sitios, se visten igual, ¿se llamaría inmaduro a quien no lo hace? Puede tener un comportamiento más infantil y que no por eso sea inmaduro, sino que vaya por otro camino, tenga un ritmo distinto, esté afirmando su propio ser, ser valiente, atreverse a no gustar, a no ser aceptado por los iguales, no tener miedo al rechazo. Su proceso puede ser distinto. Entiendo que en esa homogeneidad que tanto le gusta al sistema educativo y social, todo lo que se salga de los parámetros habituales, lo que es divergente, puede verse como una complicación. Supongo que cada uno de nosotros tiene sus talentos y su propio ritmo. ¿Quién ha decidido que hay que graduarse todos con los mismos años? ¿O sacarse el carnet de conducir a la primera con 18? Lo complicado aparece cuando surge la comparación, el querer mantener en el molde a todos por igual. ¿Alguien se imagina que todos tuviéramos que ser del mismo equipo deportivo? ¿O tener los mismos gustos culinarios? Por mucho que se quiera, no puedes meter a todos los seres humanos en una talla «S». Sería de locos, por no decir una estupidez. Ni puedes ponerte con 30 años la misma ropa que con 3. Hay personas que juegan a ser mayores, y que es posible que después quieran quitarse años por no descubrir su propia realidad, sus propios parámetros para andar por la vida. ¿De verdad es tan importante encajar? ¿Qué es lo que hay detrás de todo eso? ¿Hay algo más allá del miedo a lo desconocido?

¿Te resuena? Ya sabes, si te atreves, te leo. Que pases una estupenda semana.

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