Lujo. De los Asirios a Alejandro Magno

Desde el 20 de Septiembre de 2019 hasta el 12 de Enero de 2020 tenemos la oportunidad de disfrutar la exposición Lujo, de los asirios a Alejandro Magno en el Caixaforum de Madrid. Se trata de una colección de refinados objetos de lujo de los fondos del British Museum. Las piezas son originales de los antiguos imperios asirio, babilónico, fenicio y persa hasta Alejandro Magno. Todas ellas muestran el exquisito gusto de sus antiguos dueños, que intentaban remarcar su poder y su estatus social con los mejores materiales, los más caros, los más exclusivos y raros, en los artículos cotidianos. Los mejores metales, las piedras preciosas y las decoraciones más artísticas, todo era poco para mostrar la opulencia y sobresalir entre los imperios que no solo luchaban en el campo de batalla sino también en el comercio.

Contemplando los objetos en el recorrido que nos propone la exposición, nos podemos hacer una idea de cómo eran los pueblos que los crearon. Además, hay varios audiovisuales que nos sumergen más si cabe en aquella época. Prácticamente podemos escuchar la historia que las piezas nos quieren contar. Una historia de esfuerzo, de apariencias y de artesanía transmitida entre los maestros del oficio a sus aprendices. Abarcaba todos los aspectos de la vida, desde las paredes de las casas hasta la vestimenta o la gastronomía. Llama la atención por ejemplo el umbral tallado de una puerta, las baldosas vidriadas, los pendientes en forma de flor, los frascos decorados para guardar aceites o una gran jarra de metal para beber en los banquetes.

Los objetos producidos del 900 al 300 a. C. sobre todo eran exclusivos. Cuanto más lejano era su origen, sus materiales más complicados de encontrar y más difíciles de trabajar, mayor precio y mayor entusiasmo. Los propietarios competían con sus vecinos para adquirirlos. ¿Nos recuerda a la sociedad actual? No es tan lejano en el tiempo competir con el vecino por tener el mejor coche, el césped más cuidado o el último modelo de teléfono. Porque al ser humano le gusta el lujo, algunos hasta se obsesionan con él. ¿No? Los anuncios publicitarios nos lo muestran una y otra vez. Lo asociamos a triunfar. ¿Alguien quiere ser un perdedor? ¿Verdad que no? De ese deseo mal entendido nace el egoísmo, la envidia, la corrupción y la deshumanización de las personas que nos rodean. La historia está llena de ejemplos. El lujo está bien, obsesionarse con él no tanto. Sobre todo porque no somos eternos y por mucho que acumulemos, tarde o temprano, pasaran a otras manos, o al basurero. Todo tiene fecha de caducidad, por así decirlo. No hay nada que sacie completamente. Te marcas un objetivo, te esfuerzas por conseguirlo y al hacerlo, te preguntas ¿y ahora qué? Ahora a marcarse un nuevo objetivo, abandonar el anterior, que ya no importa tanto. Una carrera sin fin hasta la insatisfacción. Nada permanece.

No sabemos los nombres de las personas que crearon los objetos, o los disfrutaron. Hace mucho tiempo que dejaron de caminar por la tierra. Sus sueños e ilusiones se esfumaron con sus preocupaciones y sus errores. Solo han permanecido los objetos que utilizaban y que despiertan en la imaginación historias e ideas. Cada uno los verá con diferentes ojos. Unos los contemplaran ensimismados por la maestría con los que están trabajados, o los materiales que los componen. Otros estarán deseando salir hacia otra cosa, porque todo eso está lejos de su interés. Cada uno interpretamos la realidad según nuestras circunstancias. La exposición es una propuesta que merece la pena ver y que invita, al menos a mi, a reflexionar sobre ella.

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