Martes, 3 de junio de 2025. Ya estamos en el sexto mes de año, quien más quien menos, aquí en España, en otros puntos del globo terráqueo a lo mejor no, están ya entre la operación bikini y la planificación de las vacaciones veraniegas. Junio es un mes que gusta. El calor comienza a apretar, cierto, pero las tardes son más largas, apetece estar en la calle, visitar lugares, disfrutar del sol. El veranos se aproxima a pasos agigantados, entre bodas, bautizos, comuniones, bermudas y chanclas de playa. Algunos comprobarán los estragos del invierno, los pantalones de lino no se estiran. Eso no hace que perdamos las ganas de hacer cosas, solo es una excusa mas para salir a renovar el vestuario. Disfrutar más de la vida hace que miremos las cosas de otra manera. A lo mejor sería bueno tener esa actitud el resto del año. Pero, nunca es tarde. ¿A qué me refiero? En verano, las únicas brasas que nos gustan son las de la barbacoa. No estamos para que nos suelten chapas, movidas o marrones. No digo nada ya si proceden de los palmeros que se empeñan en repetir mentiras como papagayos esperando que por quien sabe qué milagro, se conviertan en verdad. En la vida real, a veces te toca aguantar, aunque desconectes la mente de lo que te están diciendo. En las redes sociales, que distan mucho de ser la vida real por mucho que algunos quieran, existe una opción muy sutil y saludable.
Hay un botón más o menos escondido, que se llama «Bloquear». Reconozco que cada día lo uso más. A veces por los haters, cobardes que se esconden tras un nick y una pantalla y sueltan toda la basura de su vida a los demás. Que opinan y que piden respeto para sus opiniones aunque ellos no lo tienen. Un ejemplo, un perfil de un humorista y aparece un comentario que insulta. ¿Vas a perder el tiempo en contestar? Con los idiotas no se discute, te llevan a su terreno y te hacen perder el tiempo. Entiendo que algunos recomienden entablar una conversación para que los demás visitantes del perfil pasen tiempo, que esa es la gran preocupación de los algoritmos de Facebook, Instagram… Por mi experiencia, mi tiempo vale demasiado como para gastarlo con una persona que no lo merece, que cada palo aguante su vela como dice la canción. Antes me podía sentir mal por bloquear, ahora no. Se vive mucho mejor. Los comentarios destructivos, los que insultan y echan basura, dice más de ellos que de mi vida. Como no soy un cubo de basura de nadie y yo decido quien entra en mi casa, puerta, bloqueo y adiós muy buenas. Y sin remordimientos, esa persona no me aporta nada, asi que me aparta de los que sí lo hacen. Luego están los repetidores de lo oficial, que no siempre es lo mejor. Me explico: publicas una foto de Madrid, vale cualquier ciudad, pero esta es la que me toca, y sale el típico señor de Cuenca, también vale cualquier ciudad, a hablar de temas políticos que no le conciernen, o que solo repite de lo que le ha contado el partido político al que vota desde tiempos inmemoriales porque su sueldo le marca en su cabeza su opción política y es incapaz de discernir si es lo mejor para su bienestar o no. Para terminar soltando topicazos que solo denotan su envidia por las personas que viven en Madrid. Que los hay y son más de lo que parece. Lo normal, lo que es saludable, es que si ves una foto y te gusta el sitio, digas «qué bonito» o algo así. Pero esta gente no es normal. Y sí, con ese tipo de personas también activo el Bloqueo. Tienen todo el derecho a opinar lo que quieran, pero no todas las opiniones son respetables por mucho que el buenismo nos quiera vender lo contrario. Pueden ser un espejo estupendo para ver que si algo me molesta puede que sea porque tengo que resolver algo en mi vida. Pero, no por eso tengo que aguantarle más del tiempo de lectura de su comentario. Observo y suelto, continúo por mi camino, con un peso menos.
«Pero… si bloqueas a todo el mundo… puede que te pierdas cosas interesantes». Lo primero es que no bloqueo a todo el mundo, solo a los que no me aportan nada. Claro que puedo mantener conversaciones con personas que no piensan lo mismo que yo, desde el respeto. Puedo equivocarme en mi visión de lo que me rodea, por supuesto. Mi cabeza es redonda para permitir a mi pensamiento cambiar de dirección. Lo que ocurre es que hay personas que no me interesan. No tengo que ser amiga de todo el mundo, caerle bien a todos, o que me caigan bien. Eso no es sano ni real. Como se suele decir, no soy una croqueta, no le puedo gustar a todo el mundo. Tengo amigos que son de opciones políticas contrarias a la mía y no pasa nada. Opciones políticas, equipos deportivos, todo lo que conlleve emociones que impidan que rija la parte racional. Se que las emociones pueden llevar a posiciones enfrentadas pero no por eso me dedico a soltar mi opinión por donde vaya. Porque esa es otra. Las redes sociales propician que la gente opine de lo que sea y no siempre tienes que dar tu opinión. A mi no me gusta el brócoli, y no por ello me hago la ofendidita cada vez que veo una publicación de brócoli. Yo no haría cola de una hora para que me firmara un autor en la Feria del Libro, pero tampoco tengo por qué juzgar a quien lo hace. No pagaría 1000€ a un reventa por ver un concierto de U2, tampoco me gastaría 600€ en las plataformas oficiales, prefiero gastarme ese dinero en un fin de semana en Huelva o en Alicante con mi familia. Tengo prioridades diferentes. Quien quiera hacerlo que lo haga, pero que no traten de imponerme su opción, porque, tiene muchas probabilidades de que le bloquee. Vive y deja vivir. Y si no me dejas vivir como quiero, mi puerta estará cerrada para ti. ¿Es ser borde? No, es lo que llamé en otros artículos, ecología emocional, es muy saludable poner límites a esas aristas, anclas que te impiden volar. Lo más importante es tu paz interior, tu bienestar, repito, si no te aporta, te aparta. Sin hacer daño, pero que tampoco te lo hagan a ti. Porque esas opiniones negativas, terminan haciendo mella, como la tortura de la gota que cae una y otra vez. Cortar por lo sano, nunca mejor dicho, es lo más sano. Si en un sitio te tratan mal, lo habitual es no volver. Salvo que seas masoca, claro. Si alguien intenta usarte de cubo de basura, no se lo permitas, que se quede con su regalo envenenado. Hay muchos más chiringuitos en la playa. Si ves con claridad que nada puede estropearte las vacaciones ¿por qué no lo ves tan claro con tu vida cotidiana? Date el permiso de bloquear lo que no te hace bien. Igual que cuando te alimentas.
Y termino ya, volviendo al sol que en esta temporada hace más acto de presencia en nuestras vidas. El sábado me ocurrió algo curioso. Me dio un golpe de calor después de pasar más de tres horas paseando arriba y abajo por la Feria del Libro. Y sí, me hidraté, llevaba ropa fresquita y todos los demás consejos. El sol es lo que tiene, puede ser muy beneficioso, en las dosis adecuadas. Temperaturas elevadas, muchísima gente, el sol brillando en todo su esplendor y, aunque hacía más de 30 años que no tenía un episodio así, me dio de lleno. Me trastocó los planes, porque esa misma tarde iba a hacer una actividad que me apetecía muchísimo con una de las personas que para mi son gran referente, maestra de maestros. No pudo ser. La casa me daba vueltas cada vez que abría los ojos. Otra vez será. Tendré que activar el bloqueo al exceso de sol. Y no, no me sentiré culpable de hacerlo porque se que es lo mejor para mi salud.
Si te resuena y te atreves, te leo en comentarios. Los que por cierto, también bloqueo a veces, sobre todo porque algunos son solo para venderme sus servicios y estoy cansada del marketing sin sentido y de los vendehumos. Pero si puedes aportar algo interesante, te leo. Que pases una fantástica semana de principios de junio.
Deja una respuesta