Con plumas y sin plumas

Con plumas y sin plumas

Miércoles, 11 de junio de 2025. Sí, me he retrasado un día en publicar. Quehaceres cotidianos que me impidieron hacerlo ayer. No pasa nada, lo hago hoy. Además, el tema que trato se las trae. Hace poco vi un anuncio que es el que me ha inspirado para el artículo. Preguntaba algo así: «¿Te has encontrado una pluma, o una mariposa, mientras caminabas por un bosque?¿Ves números repetidos?¿Crees que eso son señales de que estás conectado con tus guías espirituales? Pues déjame decirte que, con plumas y sin plumas, lo estás» Y reconozco que al escuchar el anuncio, me sorprendí. Porque estoy acostumbrada a ver los vendehumos, que te hablan casi de experiencias místicas… cuando la mayoría son puro teatro para vender y sacar dinero. La mente crea lo que cree y somos expertos en crear placebos. No curan, pero oye, nos hacen sentir bonito. ¿Qué es eso de sentir bonito? Sencillo, lo que se supone que hacemos porque lo sentimos. Nos han vendido la moto, por ejemplo, de que para perdonar hay que sentirlo. Y no sé quién es más incauto, si quien te lo vende, o tú que te lo crees. Si solo escribo cuando me siento inspirada, no voy a escribir nunca. Y puede que sea muy borde, pero es así. Buscamos fuera, o queremos que venga de fuera, lo que ha de salir de dentro. Ponemos nuestra energía en manos de otros para que ellos la dirijan y nos hagan llegar donde queremos. Y no funciona así. Intento explicarme: queremos que papá Estado nos solucione todo. La famosa cultura de la paguita, hacernos dependientes de que otros solucionen nuestros problemas. Que es lo mismo que nos mueve a jugar a la lotería, tienes las mismas probabilidades de que te toque el Euromillón que el alcalde o el concejal de turno solucione un problema importante. Nos «reímos» de los niños que creen en Los Reyes Magos, pero luego, los adultos nos creemos a los charlatanes que, detrás de un podio y con elecciones de por medio, nos prometen lo que sea. Y no lo cumplen, por supuesto, porque no están para eso. Siempre buscamos eso, que alguien (no importa quien) nos solucione la vida. Hasta nuestro deseo de vida eterna. ¿De dónde crees que salen las sectas? Por eso, cuando llega un charlatán y nos suelta algo que suena muy bien, nos lo creemos. Queremos creerlo, que sea así, que cambie la suerte y nos caiga del cielo algo que nos saque de nuestras penurias, que nos enseñe la fórmula infalible para conseguir nuestros ideales, nuestros objetivos.

Haz tu parte

¿Te has preguntado alguna vez por el sentido de tu vida, tu propósito? Supongo que sí. Si has estudiado has tenido que preguntarte en qué quieres trabajar. ¿Tienes algún talento especial? Todos tenemos alguno, aunque sea muy raro. Porque no somos accidentes, o bueno, podría decirse que somos accidentes muy bien pensados. Para que tu hayas nacido tienen que darse una serie de circunstancias tan complejas, que no puedes ser un accidente, un despiste. Entre toda la población del planeta, tus padres se han tenido que encontrar. A su vez, tus cuatro abuelos, se han tenido que encontrar entre ellos, en un periodo, el siglo XX, marcado por guerras mundiales y epidemias. Pero si tiras más atrás, los ocho bisabuelos, que son supervivientes de hambrunas y catástrofes… Es algo muy osado decir que naciste por accidente ¿no crees? Entonces, si estás aquí es por algo, lo sientas o no. Así de claro. En la historia del mundo, te toca hacer tu parte, aunque sea ser grano de arena. Es algo que si no lo haces, se notará. Aunque no seas consciente de ello. Eso cambia mucho la perspectiva, porque no se trata de que alguien venga de fuera y te solucione los problemas, sino de que hagas tu parte para que el mundo sea un lugar mejor. No es ayudar a los demás, que eso te colocaría en un peldaño más arriba, sino de hacer tu parte. Repito, lo sientas o no. Si sientes que es tu camino, mejor claro, pero no te esperas a ver si lo sientes. Te pones a ello y a lo mejor, lo sientes, a lo mejor no. Es como fregar los platos, lo haces y ya está. Puedes quedarte en el sofá pensando que tienes que hacerlo, que quieres hacerlo, sentirlo, pero hasta que no te levantes, vayas a la cocina y lo te pongas, no lo habrás hecho. Puedes sentir que tu camino es estudiar derecho, conducir un fórmula 1, bailar flamenco, o lo que se te ocurra. Si te quedas en el sentimiento, no llegarás a nada. Es importante para impulsarte, más no puedes quedarte en él, te toca hacer tu parte.

Hace un tiempo participaba de un curso en el que te decían que era muy importante sentir y que si no lo hacías es porque tu mente estaba controlando todo y eso no era bueno. Lo curioso es que los sentimientos son pasajeros. Lo que persevera y te lleva adelante no es el sentimiento, sino la decisión, la armonía entre lo que piensas y lo que sientes. Y sí, claro que la mente tiene que controlar, puede bloquear y puede desbloquear. Hace poco ví una entrevista con un deportista de élite, un futbolista, al que le preguntaban que si con 40 años, le seguía gustando ir al gimnasio. Y él respondía que era un compromiso consigo mismo, vivir en ese presente diario y hacer lo que le tocaba hacer, lo que había decidido hacer. Por seguir con la idea del título, él iba a entrenar con plumas y sin plumas. Me parece importante recalcarlo, haz lo que te toca, con plumas y sin plumas. Porque, si lo haces, la ayuda llegará. Si te quedas solo en el sentimiento y no pones de tu parte para conseguir tus metas, si te cruzas de brazos, como dice el refrán, Dios se echa a dormir. A lo mejor para tí no es Dios, sino el Universo, la Vida, el Cosmos… lo que sea. No esperes que el gobierno te solucione la vida, ponte manos a la obra. Si quieres trabajo, no esperes que te llegue a casa, sal y patéate las calles. Si crees que lo tuyo es ser funcionario, ok, ponte a estudiar y oposita. Si quieres tocar el violín, comienza a colocar los dedos y toca. Al principio sonará como si le pisas la cola a un gato, pero tras tiempo de práctica, a lo mejor sale algo de música. Piensa en las clases de flauta del colegio. ¿Cuántas veces tocaste la nana? Muchas. En la actualidad algunos practican con «Perfect» de Ed Sheeran. Los de alrededor terminarán odiándola, doy fe, pero si solo tocas cuando sientes que estás preparado, no te va a salir jamás. El sentimiento impulsa, es como el botón de encendido del coche, conducir es otra cosa.

¿Quiero decir con todo esto que puedes llegar donde te propongas? No. Así de claro. No solo influye tu deseo, tu voluntad. Hay circunstancias externas que tienen que darse. Pero desde luego, sin tí, sin tu decisión comprometida, no vas a llegar. Lo que quiero decir es que, las señales pueden aparecer, los números repetidos, las plumas, las mariposas… todo eso está muy bien. Pero tu vida no depende de ellos. Si tienes esa sensibilidad, es genial. Si no la tienes, es igual de genial. Puedes tener un botón que te permita acceder al conocimiento, con acceso a internet puedes saber quién era Antonio Gala, sin embargo depende de tí, de tu curiosidad, que lo leas y conozcas su forma de escribir, que te emocionen sus historias. Por eso, en sí mismas, las señales no sirven para nada. Lo que te rodea es un espejo de ti mismo. Es la manera de interpretarlas lo que va a cambiar, lo que puede transformar. En otras palabras, con plumas y sin plumas, depende de tí, porque eres tú quién interpreta, a lo mejor otra persona ve la misma pluma que tú y su experiencia vital es diferente y lo interpreta de otro modo. Además, las señales aparecen si las buscas. Si estás pensando en comprarte un coche rojo, vas a verlos más a menudo que antes, porque te fijas más en ellos. No es que antes no los hubiera, es que no les prestabas la misma atención. Si vas buscando señales, las verás de manera más habitual que si no lo haces. Depende de la conciencia que le des. La realidad depende del sujeto para que la interprete. Una misma jugada en un partido de baloncesto, una falta, si le preguntas a los hinchas del jugador que la recibe es antideportiva, y si le preguntas a los hinchas del jugador que la comete, es un simple lance del juego. Todo depende de la interpretación que le des. La misma canción, puede despertar recuerdos bonitos o pesadillas. No es la canción, es la experiencia vital de quien la escucha. Por eso, no esperes que alguien de fuera venga, porque eres tú quien tiene el poder de cambiar tu vida. A lo mejor las circunstancias te vienen dadas, sin embargo eres tú quien decide qué hacer con ellas. Una vez más, sí, aparece el homo decidens. Podemos observar la realidad, sin embargo no somos objetivos, tenemos nuestro particular punto de vista, que puede cambiar con independencia de lo que sintamos. Y eso es muy liberador. Todo y nada depende de ti al mismo tiempo. Si algo te gusta, pintar, escribir por ejemplo, hazlo no por lo que digan los demás, no por las señales favorables, sino por ti. Puede que a lo mejor termines decidiendo dar a conocer tu obra, o a lo mejor no. Puede que a alguien más le guste, o no. Eso no importa. Hazlo, si has decidido hacerlo, puede que te sientas genial o que veas que no es lo tuyo. Ok. Lo has hecho. Por supuesto, hazlo si no hace daño a nadie, sin depender tampoco de la opinión de los demás. Es un equilibrio extraño, lo sé. Habrá gente que te anime y gente que te quite las ganas. Puede que el sentimiento inicial se diluya, es lo normal. Si lo decides, si crees que es bueno para tí, hazlo. No pasa nada. La vida sin curiosidad, sin ganas, te lleva a una triste muerte. Que tus objetivos no dependan de otras personas, porque no sabes lo que harán, no seas dependiente en lo que a tu objetivo personal se refiera. Si es tu energía, aprende a dirigirla por ti mismo, porque en caso de no hacerlo, solo podrás vivir en la medida en que otros lo hagan y eso supedita mucho tu experiencia.

Si te resuena y te atreves, te leo en comentarios. Puede que este artículo sea tu propia pluma, tu señal a interpretar por tí mismo, lo que te estás diciendo a través de mis palabras. Es la maravilla de la vida. Que pases una fantástica semana.

Comments

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *