Bara bada bastu

Bara bada bastu

Martes, 29 de abril de 2025. Me debato entre la actualidad y mi idea inicial. Si escribo sobre la actualidad, debería tratar lo ocurrido ayer en la península ibérica a partir de las 12:30, es decir, el apagón. No digo España porque tengo noticias de que en Baleares, Canarias y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, tuvieron luz. Y como en Portugal también lo sufrieron, pues el término más correcto es península ibérica. Por otro lado, mi intención para este último martes de abril era hablar de eurovisión y de otras cosas, de ahí el título, que voy a mantener. Así que, hoy más que otros días, este artículo es ecléctico y solo espero poder hilar las palabras de manera que se vea que todo está relacionado. ¿Lo conseguiré? No lo sé. Me lanzo a teclear con el portátil a un tres por ciento de batería, enchufado a la red.

Modo previsor activado

Sí, ayer me pilló el apagón de pleno. La ventaja es que estaba en casa y tuve el 5G todo el día, algo que me sorprendió pues otras operadoras telefónicas no prestaron servicio. La sensación fue extraña. Podía utilizar el ordenador pero sin conexión y viendo como la batería se acababa poco a poco. Casi como una agonía, como la lenta tortura de la gota malaya. ¿Qué hicimos? Bueno, lo primero fue comprobar que no era cosa de nuestro cuadro eléctrico y lo siguiente bajar al trastero para subir uno de los elementos de nuestro kit de supervivencia: el camping gas. Y es que, muchas veces te recomiendan que en el kit tengas comida no perecedera, linterna, agua, mantas térmicas y cosas así. Es una gran idea para afrontar imprevistos. Pero, no siempre te recuerdan que tengas algo para calentar la comida. Porque el microondas y la vitrocerámica, sin son eléctricas, no funcionan. Parece una tontería pero, no es lo mismo comerse una lata de lentejas fría, que caliente. No os digo nada si puedes cocinarlas tú mismo. Así que, allá por el 2020, después de la pandemia y de la filomena, conscientes del panorama, nos hicimos con un camping gas de botella múltiple, para no estar condicionados por un solo modelo de botella que no siempre se encuentra en los establecimientos. Una curiosidad: tenemos el mismo que el chaval que está haciendo el viaje de Barcelona a Japón en coche, en un Marea del 90. Si buscáis en internet, seguro que encontráis sus vídeos. Bueno, después de asegurarnos poder cocinar y comer, comenzamos a llenar botellas de agua y la bañera. ¿Por qué? Pues porque la electricidad es necesaria para las bombas que mueven el suministro. Si la situación iba a durar mucho, había posibilidades de quedarnos sin agua. De ahí que la gente fuera a los supermercados abiertos a comprar garrafas, supongo. Lo del papel higiénico no llego a explicarlo, pero bueno, cada cual que elucubre su propia teoría. Lo importante era poder autoabastecernos de lo básico durante 72h, por lo menos. Aunque estábamos convencidos de que no duraría tanto. Hablo en plural porque en ese momento estábamos los dos en casa, para comer ya fuimos tres. También sacamos las placas solares portátiles, muy útiles cuando vas a hacer una ruta senderista o el camino de Santiago y no sabes a ciencia cierta si podrás cargar las baterias auxiliares o el teléfono. Ayer el sol brillaba así que se podían utilizar. ¿Qué pasó después? Que volvimos a la Edad Media. Al menos en lo que a trabajo se refiere, pasé del bullicio digital al cántico del silencio. El zoom, el meet, el excel, estaba mudo. Todas las reuniones aplazadas y el ordenador disponible hasta que se acabara la batería. Por ello, pasé de lo digital al papel. Una gran ventaja de estar en casa, porque en una oficina no tendría a mi alcance la estantería de libros pendientes. Escribir a mano era factible, gracias a las múltiples libretas y a la pluma, tengo tinteros de sobra. Me decanté por jornada de lectura. ¡Bienvenida sea! Lo reconozco, me terminé en un día el libro de una compañera de talleres de escritura. El uno de enero me propuse que en este 2025 me leería 18 libros de los pendientes por lo menos. Ayer, llegué a 12 de 18. No está mal para el primer cuatrimestre del año. Hacía bastante que no me leía más de 300 páginas en papel. Lo disfruté. No fue un leer por hacer algo, sino un cambio de actividad en paz y sin agobios. Hoy, leyendo a otras personas, me he dado cuenta de que fuimos más de uno los que optamos por tomarnos el apagón digital con el encendido de un libro. Volver a lo esencial, a lo básico, al aquí y ahora, adaptarnos a las circunstancias sin malos rollos, aceptándolas, sin estrés y sin dejar que la mente cree cien mil escenarios catastróficos. Mis pulsaciones lo agradecieron. Tenía todo lo básico cubierto, me ocupé de ello, así que no había preocupaciones. Una gran lección de un imprevisto. De hecho me beneficié, porque sin electricidad, no había distracciones y pude concentrarme mucho más en la lectura. La luz se restableció a las siete y pico de la tarde, el wifi tardó más en funcionar con normalidad. Me quedaban 40 páginas, así que no cambié de actividad. De vez en cuando entraba a través del móvil en algún periódico para estar informada, pero poco. Es bueno de vez en cuando desconectarse de las pantallas y ayer la realidad decidió que tocaba hacerlo. ¿Qué pasó para que se produjera el apagón? No tengo claro que sepamos la verdadera causa, los políticos se han encargado ellos solitos en hacernos dudar de la credibilidad de sus discursos oficiales. Eso sí, no estaría mal que hicieran una revisión del plan energético y le dieran una pensada más a eso de cerrar las centrales nucleares. Ahí lo dejo.

KAJ

Una de las canciones que me acompañó ayer fue la que llevará a Eurovisión 2025 el grupo KAJ. Unos finlandeses que representan a Suecia con Bara Bada Bastu. Una canción que al principio cuando la escuchas parece una frikada y que después se va pegando hasta ser de las que se quedan en la mente y la cantas aunque no tengas ni idea de lo que estás diciendo. Hasta terminas aprendiéndote el bailecito y pensando que tiene posibilidades de ganar el festival. Porque, lo reconozco, la canción tiene algo. Atrás quedaron los tiempos de la música melódica, de las grandes voces, de las letras con mensaje. La edición de este año es, a mi parecer, de las canciones frikis. Basta echarle un vistazo a la canción de Tommy Cash, el representante de Estonia, que canta en italiano al Espresso Macchiato. ¿Tienen posibilidades? Pues vistas todas las demás, le doy más puntos a la de KAJ, pero desde luego va a ser un festival para pasárselo bien, que en sí, es la razón última de Eurovisión, más allá de dar a conocer a diferentes artistas del panorama europeo, y australiano que sí, también participa como invitados.

¿Qué significa Bara Bada Bastu? Según el traductor es algo así como «hermanos de sauna», un concepto que choca en el sur de Europa pero que es bastante normal en los países nórdicos. Dejar el estrés atrás y quedar en la sauna con amigos para sudar unas horas. Imagino que es un plan como podría ser aquí ir al gimnasio, a clase de yoga o ir de tapeo a las terracitas. La climatología hace que los planes sociales se adapten en cada cultura. Bien pensado es algo que ayer podrían haber hecho, porque en las tradicionales no se requiere de electricidad. Una jornada de desconexión, de relax, que tienen por costumbre como tendrían en su momento los romanos con los baños públicos. Una forma de socializar. Y me parece bien, aunque no veo a las empresas españolas haciéndolo en las jornadas de teambuilding tan de moda. No sé si sudar juntos fomenta la mentalidad de equipo como hacer descensos en piragua o el futbolín humano. Desde luego que es una actividad tranquila y beneficiosa para la salud, en su justa medida. Tampoco hay que pasarse porque, aunque no provoque lesiones como los deportes «extremos» para ejecutivos, puede producir bajadas de la tensión arterial. De ahí que cada cierto tiempo se recomienda la pileta de agua fría, o ducha en su defecto. Algo que también se podría haber hecho ayer pues, sin electricidad, olvídate de que funcione la caldera para el agua caliente. Diferencias culturales que pueden darse a conocer a través de una canción. ¿Será la de KAJ recordada más allá de este año? Quien sabe. El ritmo es pegadizo y si en nuestra memoria hay un hueco para «Dragostea din tei» en sus múltiples versiones, como por ejemplo la de los Morancos, o la Macarena, es posible que Bara Bada Bastu se quedé más allá de Eurovisión. Sobre todo ocurrirá si se alza con el trofeo. El 17 de mayo lo sabremos. Por ahora es una canción que ya nos acompaña en la lista friki de nuestras salidas sabatinas.

Sí, ayer durante el apagón hubo varios momentos en que Bara Bada Bastu resonó en casa. Aunque no tengamos ni idea de sueco y lo cantemos a nuestro estilo. Como las canciones en inglés, por ejemplo, Dua Lipa canta en New Rules «I’ve got new rules, I count ‘em» y nos suena a «acá no usan jabon«. Cosas de la pronunciación. Claro que sabemos lo que dice, pero en nuestros oídos los sonidos suenan diferente hasta despertar las carcajadas y cantarla «españolizada». Con Bara Bada Bastu aun no han salido similitudes graciosas, puede que no salgan o puede que sí. Dependerá del tiempo que tengamos para dedicarle. Cuando la mente no puede concentrarse, por un apagón como el de ayer, tiene a entretenerse con otras cosas, está activa siempre hasta cuando dormimos. Y a veces es bueno que sea así. Quizá, es una suposición, leemos cuando estamos en la playa de vacaciones, en los tiempos «muertos» del transporte público o cuando estamos un rato antes de dormir. Forma parte de la vida, con o sin electricidad. Porque, lo más interesante del apagón es que el mundo siguió girando aunque se aplazaran las cosas. Y alguno dio gracias de que ocurriera el lunes y no el pasado sábado con el apogeo de todos los eventos deportivos. Eso sí, el regreso de la luz se celebró en algunos sitios como si hubiera marcado un gol tu equipo de futbol favorito, o la canasta en el último segundo que da un título. Cada cual que escoja su opción.

¿A tí cómo te afectó el apagón? ¿Lo viviste con alguna canción en la mente como Bara Bada Bastu? Un inciso: si nunca la habías escuchado y se te pega a partir de este artículo, únete al club de los que la tenemos en la cabeza.

Cuando la luz eléctrica se apaga, la naturaleza brilla. Que se lo digan a los fotógrafos nocturnos que huyen de la contaminación lumínica.

Si te resuena y te atreves, te leo en comentarios. Que pases una fantástica semana.

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