Las estrellas no piden permiso

Martes 16 de abril de 2024. Dándole vueltas a lo que iba a ser el tema del artículo de hoy, me ha llamado la atención una frase de una canción: «… ninguna estrella pide permiso para brillar… «. Seguro que la has oído más de una vez, escuchado a lo mejor no, porque escuchamos cuando algo nos resuena, nos impacta, nos hace detenernos en la carrera de lo diario. Las estrellas no piden permiso, ni para brillar, ni para existir. Simplemente brillan, hacen lo que hacen porque son eso, estrellas y lo suyo es emitir luz. ¿Alguien le ha preguntado al sol si le gusta su trabajo?

¿Pedir permiso para brillar?

Cuando nos importa la opinión de los demás, estamos pidiendo permiso para ser nosotros mismos. En negrita, para que te llame la atención. Y si eres un poco sincero contigo mismo, sabes que es así. Te vistes con algo que te llama la atención y piensas en los demás. Hasta a la hora de expresarnos. Un ejemplo, a mi me gustan los textos justificados, pues en más de un manual de blogs hay reglas para sí y para no. Y nos amoldamos a las reglas. Recuerda que tu libertad acaba donde empieza la mía. Un ejemplo, que me ha ocurrido hace poco. Está muy bien el buen tiempo y las fiestas entre amigos pero créeme, por mucho que te apetezca estar en el jardín a las 2.00 a.m. escuchando música, los vecinos pueden estar intentando dormir porque madrugan al día siguiente. Y sí, estás en tu casa, eres libre, pero los demás no tienen por qué estar poniéndose tapones, tapándose las orejas con tres almohadas, cerrando todas las ventanas y hasta usando las mantas como aislantes de ruido. Y no te extrañe si, cansados de tu chulería, terminan llamando a la policía para ver si a ellos les haces caso. Porque «si quieres trasnochar, no molestes a los demás«, una frase que estaba en el edificio de veraneo de mi infancia y que quizá tendría que ponerse en la puerta de las urbanizaciones y en los portales junto con esta otra: «antes de entrar, dejen salir«. Normas de buena convivencia.

A veces se nos da lo que pedimos

Hace unas semanas estaba muy sensible al ruido, las conversaciones, los motores de los coches, las obras. Tenía la sensación de escuchar todo lo que había a mi alrededor. Y me quejé. Como escritora y comunicadora debería ser más que experta y prudente con el poder de las palabras. Muchos no son conscientes de lo que pueden generar con ellas. En mi caso, la mayoría del tiempo soy consciente, y las mido. Además, la mirada de escritora siempre me hace ir más allá de lo aparente. Pero a veces el cansancio diario me puede sobre todo si me ha costado dormirme. Y me quejé, sin darle más importancia. ¿Qué ocurrió? Pues sí, tengo una sordera temporal por la infección de hace unas semanas. Podría pasarlo por alto, pensar que se debe a otros factores. Y será así, pero con tantos cursos de crecimiento personal, de herramientas para ser un poco más consciente, mi sordera puede plantearme que es un mensaje de mi cuerpo. ¿Qué ocurre tras una temporada de mucho estrés? Que, o te paras, o lo hará el cuerpo. De ahí que muchas personas enfermen cuando bajan el ritmo, ya sea en las vacaciones o bien al jubilarse. No conozco estudios que defiendan mi teoría, pero para mi es verdad. Cuando hablamos, expresamos ideas, decisiones, deseos. Y el cuerpo escucha. Algunos dirían que el universo lo hace, pero hoy no me voy a meter en ese campo. A veces para que se den las profecías autocumplidas. Ocurre con nosotros mismos y con los demás. Si no paras de decirle a un niño que no lo va a lograr, y se lo dice alguien como sus padres o sus figuras de autoridad, ¿qué ocurrirá? La vigencia de la frase «lo que crees es lo que creas«. Que no lo logrará, aunque tenga potencial para hacerlo, le fallará la confianza porque hace caso a gente que es importante para él. Tengamos cuidado con lo que decimos, a los que nos rodean y a nosotros mismos. A veces una queja de lo molesto que es el ruido puede terminar en una sordera, y un «quita que tú no sabes» puede terminar en una persona dependiente, temerosa, desconfiada e incapaz.

¿Y qué tiene que ver todo esto con las estrellas?

Las estrellas no piden permiso. Ni las del cielo, ni las del paseo de la fama. Las del cielo, ni se lo plantean y los puntos de referencia, hacen lo que le sale de dentro por muchos palos que les den los que les rodean. Si lo que te apasiona es escribir, hazlo, aunque los demás digan que tus textos no tienen calidad. Escucha los consejos de los sabios, aprende, mejora, explora lo que más va contigo. Continúa escribiendo si es lo que hace latir tu corazón y levantarte por las mañanas. Hazlo, en diarios, en libretas, hasta en una servilleta. Hazlo porque es lo que te gusta. Lo que te da vida. Aunque te cueste sentarte en la silla y ponerte ante el folio en blanco. Hay grandes escritores a los que las editoriales no descubrieron, desconocidos para el gran público y que siguieron haciéndolo porque les apasionaba. No pidieron permiso. Si tu pasión es la geología, fórmate. Habrá gente que diga que eso no tiene futuro, que mejor estudies económicas y empresariales. Entiendo que se diga con las mejores intenciones, pero a día de hoy, ningún estudio te asegura un empleo. Los empleos más cotizados dentro de 10 años, ni se han planteado en la actualidad. Y repito, entiendo que algunos con su mejor intención insistan en las carreras de siempre, en seguir por ejemplo con el bufete de abogados familiar, aunque eso no lleve aparejada la verdadera felicidad de esos geólogos en potencia. Esas buenas intenciones a veces saben muy amargas.

Nadie puede decirte si vales o no vales.

Si no pisotea la libertad de los demás y a ti te llena de felicidad, hazlo. Con o sin título oficial. Puede que no te ganes la vida con ello, pero desde luego que no la vas a perder. Todos llevamos una estrella dentro, aunque no sepamos que brilla. A veces la sordera es buena para escucharnos solo a nosotros, convivir con el silencio y su soledad aparente y escuchar nuestra propia voz. Los resultados externos cuentan, y también los internos. Diría que sin los últimos, los primeros no llegan a su plenitud. No pidas permiso para ser lo que eres. Ahora que tantos hablan del propósito vital, de la realización personal, se requiere antes que sepas quién eres. Y eso no te lo dice nada externo a ti. No son los demás los que pueden definirte. Atrévete, no es lo que más le gusta a la sociedad, a la masa, que el individuo sepa quién es, sin embargo, también se nutre de ellos para avanzar. La historia está llena de genios que fueron más allá de las trabas y opiniones de los que juzgaron que no valían.

¿Te resuena? Si te atreves, te leo. Pasa una gran semana.

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