A celebrar

Martes, 19 de marzo de 2024. Me debatía entre escribir sobre la insoportable vanidad del ser, algo muy diferente al libro de Milan Kundera, la insoportable levedad del ser y las celebraciones. Como puedes observar en el título, ha ganado la segunda opción. No porque la vanidad no sea interesante en estos tiempos, sino porque, aunque no lo parezca, nos cuesta celebrar.

Mucho por celebrar

Europe´s living a celebration cantaba Rosa allá por el 2002 y 22 años después ya no está tan claro que los europeos sigamos celebrando cosas. El ambiente, mucho me temo que por las ideologías políticas, está crispado, en una especie de lucha resentida, de desconfianza y de comparación negativa. ¿A nivel mundial? Puede ser, pero no voy a tratar de eso hoy, pues recuerda que he elegido la segunda opción. Dejo la vanidad para otro día. Digamos que me he quedado con la pastilla azul en la elección diaria de Morfeo. Celebrar. Lo asociamos a los grandes momentos. En masa a los títulos de nuestro equipo favorito, sin importar el deporte, las fiestas significativas del calendario. O a fechas propias de cada uno, bodas, cumpleaños… Y ya está. ¿Qué pasa con las celebraciones pequeñas que te han traído hasta aquí? ¿Conoces a alguien que celebre que aprobó el carnet de conducir? ¿O el examen de lo que en mi época se llamaba la selectividad? ¿O ese día que conseguiste publicar un libro o plantar un árbol? ¿Un paseo? ¿La primera vez que viste el mar? ¿La primera vez que montaste en avión? ¿La primera vez que superaste un miedo?

Si lo lograste, celébralo

Solo tú sabes lo que te costó lograr ese objetivo, sea el que sea. Sin comparaciones, porque ninguno es pequeño. Puede que te enseñaran desde pequeño a fijarte en lo que no. Llegabas a casa con todo sobresalientes menos una asignatura que tenía un notable y ¿dónde iban los ojos? Al notable. Y si llegabas con todo sobresalientes, te decían que habías cumplido con tu obligación. Y era verdad, por supuesto, pero ¿dónde quedaba la celebración, la satisfacción, el darle importancia a lo que habías conseguido? ¿Cómo esperamos que haya gente con buena autoestima si no miramos también lo positivo? Sí, es lo que nos tocaba en su momento, pero no por eso hay que quitarle importancia. Tenemos un programa mental de discriminación negativa, no sé si es como se llama habitualmente, pero yo lo nombro así. Nos quedamos con lo malo, con los «sí, pero». Y por lo visto, eso es algo muy habitual en las mujeres, una de esas diferencias entre lo femenino y lo masculino. Si alguien te pregunta «¿Estás bien?» y eres mujer, en un gran porcentaje la respuesta será «sí, pero…» Nos cuesta celebrar, quizá por la envidia que podemos provocar, o porque si lo decimos en voz alta, lo mismo se acaba, lo chafamos.

Lo que se aprende en el coaching

Una de las preguntas que más me gusta del coaching esa «¿Qué traes para celebrar?» Porque la mayoría de las personas se quedan descolocadas. Creen que tienen que responder algo así como «he ganado el Nobel, he descubierto vida inteligente en Plutón, he salvado a 300 personas, he construido la escalera que llega a la luna…» y nada más lejos. Si indagas un poco, todos conseguimos logros cada día. Pondré ejemplos propios. Uno de mis logros es que no he faltado ni un martes a actualizar el blog desde que comenzó el 2024. Gracias a estas líneas, he tenido conversaciones muy interesantes con algunas personas. Para mi es un motivo de celebración. Podría celebrarlo con unas cañas de cerveza de las que ilustran el artículo. Cada martes lo celebro por perseverancia y por haber cumplido lo que me propuse. Y mi estado anímico cambia. Me da poder para realizar otras cosas, me aumenta la energía. ¿Otro ejemplo? Las plantas, ahora tengo varias macetas y ver cómo van creciendo, que siguen vivas, es un motivo para celebrar. ¿Más? Cuando una receta nueva me sale y los platos al terminar de comer parecen recién salidos del armario. Cuando el sol brilla y puedo hacer mis ejercicios de visión natural al aire libre, el olor de la lluvia en el silencio de la madrugada, la lectura de un libro que me ha hecho viajar con la imaginación. Añade lo que quieras. Parecen pequeñas cosas, accesibles de forma diaria, que consiguen que aparezca una sonrisa en los labios, un instante.

¿Y tú, qué traes para celebrar?

Equilibremos la balanza. Conocemos de sobra lo que nos vacía. Piensa en tu día, en este día, 19 de marzo de 2024. ¿Qué tienes para celebrar? Si es tu cumpleaños, santo, aniversario, día de tu patrón, de tu provincia, comunidad, país, por supuesto que muchísimas felicidades. ¿Y a nivel individual? ¿Puedes celebrar ese desayuno de bocata vegetal con queso fresco? ¿Por qué no? O que has encontrado sitio a la primera a la hora de aparcar. Cómo lo celebres es cosa tuya, lo básico es darte cuenta en tu presente de esos detalles y agradecerlos a la vida, a ti mismo y disfrutarlos, que sean un impulso. Hasta ser consciente del latido de tu corazón o de tu respiración puede ser algo a celebrar y no necesitas nada de fuera. Si te sale, podrías escribir una lista para esos momentos en que no ves nada que celebrar. Es muy probable que veas que la lista es más grande de lo que creías al principio. Si te sale del corazón la gratitud, también es algo para celebrar. Pruébalo, a ver qué pasa, mira también lo que te llena, no solo lo que te falta.

¿Te resuena? Si te atreves, te leo.

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