Un año más

Martes, 9 de septiembre de 2025. Tengo un año más. Sí, del artículo de la semana pasada a éste, en mi cuenta personal, ha pasado un año. Si pensáramos que una vida humana tiene 100 años, cosa que no es real en la mayoría de los casos pero voy a redondear, estoy acercándome «peligrosamente» a la mitad. No es algo peligroso, porque la mejor opción es llegar, pero ya impresiona. Porque en esa mitad, ya está la percepción de que me queda menos tiempo por delante del que he dejado atrás.

Una de mis costumbres el día de mi cumpleaños es hacer balance. Ya lo he comentado varias veces en estos artículos, para mí, el año nuevo comienza en septiembre, no el 1 de enero. ¿Dónde estaba hace un año? ¿Qué he hecho con esos 365 días? ¿Qué objetivos me he marcado para los siguientes? El largo plazo puede ser 365 días. Nada ni nadie nos los garantiza, pero la esperanza nos hace soñar con que los tendremos y, si se puede, mejor aprovecharlos.

Este año, madrugamos para irnos de excursión. Soplé las velas cuando las calles aun estaban silenciosas. ¿Dónde fui? El primer destino era el desfiladero de la Yecla. Si no lo conoces, no te preocupes, te he puesto el enlace para que le eches un vistazo. Claro que es mejor hacerlo en persona. Lo han arreglado, ahora hay una zona de parking y se accede desde uno de sus laterales. Mucho mejor que cuando tenías que dejar el coche casi en la cuneta y andar hasta las escaleras de la entrada por la carretera.

La última vez que estuve allí fue cuando nos liberaron del encierro por el COVID. Lo hicimos con mascarilla y no lo disfruté tanto. Sí, ahora está mejor y hay más gente. No requiere una exigencia física importante, y, no da sensación de vértigo. Es un paseo agradable. Los buitres te vigilan desde lo alto.

Después nos fuimos a Salas de los Infantes para ver las novedades de su Museo de Dinosaurios. La provincia de Burgos, como la de Cuenca o la de Teruel, tiene numerosos yacimientos arqueológicos y paleontológico que merece y mucho conocer. Y terminamos la mañana en un área recreativa haciendo un picnic. La zona de la sierra de la Demanda y la vega del Arlanza es ideal para ello.

Podría contar con detalle todo el día, sin embargo, creo que sería demasiado largo. Por supuesto que lo mejor fue la compañía. Y eso es algo muy interesante. Los buenos recuerdos se crean no tanto por los lugares como por quién te acompaña. Algo tan sencillo como sentarte bajo un árbol a comer una ensalada de pimientos casera puede ser mucho mejor que una comilona en el sitio más lujoso. No brindamos con champagne, ni falta que hacía. Estaba con los que quería estar. ¿Se puede pedir más? Creo que no.

¿Qué quiero que te lleves de este post?: Una sencilla reflexión. Tú decides lo importante. Recuerdo que, hace unos años, prestaba mi atención a lo que faltaba. Ya no. Ahora valoro lo que está en mi presente. La visión cambia. Un ejemplo: en Navidad son muchos los que viven el relámpago gris de las sillas vacías, de los tiempos pasados. No lo hacen queriendo, pero eso resta importancia a las ocupadas. En tu cumpleaños puedes entristecerte por los que no se acuerdan de ti, los que ya no están. O bien, puedes alegrarte por los que están a tu lado. Dejas ir a los primeros para valorar y disfrutar con los segundos. Tú marcas tu prioridad. Porque si no lo haces, más que vivir, te dejarás llevar por las decisiones de otros y eso sí que es una pena.

Aun hay un detalle más. Me gusta estar sin cobertura digital en los días importantes porque vivo los momentos con los que están a mi lado, no con los que están al otro lado de la pantalla. Eso me lleva a otra de las rutinas anuales: liberar espacios en las redes sociales. ¿De qué vale tener 500, 1000, 10.000 contactos si luego no interactúas en años con ellos? Si en un año no hemos hablado ni una vez, doy gracias por los momentos compartidos y dejo de tenerte en «contactos». No hay enfado ni dolor, es que ya no estás en mi vida. Total, si ya no hay trato, no tiene sentido que te deje la puerta abierta. Ya, ya sé que es una filosofía que no va con esa «necesidad» impuesta de tener muchos seguidores. No soy Roberto Carlos, no requiero un millón de amigos para saber quién soy.

El paso del tiempo hace que cambie tu mirada. Lo que era fundamental cuando cumpliste 20, deja de serlo a los 40 o a la edad que te toque. Asimilar ese cambio, aceptarlo y vivirlo con serenidad es, quizás, la lección más importante de los cumpleaños. Es una decisión, una actitud, un aprendizaje vital que tarde o temprano debes asimilar. Todo tiene su momento. No estés triste porque acabó sino alégrate porque lo viviste y lo disfrutaste. No lo cargues más. Eso te dará la oportunidad de crear nuevos recuerdos, nuevas vivencias, nuevas experiencias aunque sean en sitios ya conocidos.

SI te resuena y te atreves, te leo en comentarios

Que pases una fantástica semana y recuerda que el viernes te invito a un relato.

Cris