Yo me quedo en casa

IMG_1349Hoy hace 15 días que no piso la calle. Así que, hoy toca un post reflexión, desahogo, de abrir las alas y dejar que la imaginación, a través de las palabras, sobrevuele las calles desiertas. Como siempre, no pretendo llevar razón ni sentar cátedra. No soy quién para hacerlo. Simplemente este blog es como mi casa y puedo expresarme con libertad. Si estás de acuerdo con lo que pueda decir, perfecto… y si no… también perfecto. Lo único que puede separar a las personas son las ideas, porque en esencia todos queremos lo mismo, ser felices, estar libres del sufrimiento y vivir en amor y en paz. Al igual que si lo que digo te sirve en algun momento de tu vida, no tengas ningun reparo en cogerlo. Seguramente yo lo haya cogido de otra persona, todos estamos interconectados. De hecho, si evalúo mi vida, estoy convencida de que hay muy pocas victorias que sean exclusivamente mías, desde los conocimientos que he ido adquiriendo hasta las experiencias vividas.

Libertad en el confinamiento

La actitud cambia por completo la situación actual. Si lo sientes como una imposición, estar en casa va a ser como estar en la cárcel. Vas a buscar modos de saltarte las normas, de torear a la autoridad. En mi mente aun están las imágenes de gente disfrazada de perro o de árbol, las aglomeraciones de las carreteras, corredores y ciclistas huyendo de la policia. ¿Por qué? Porque les han impuesto quedarse en casa, no lo han elegido. El hecho en sí es el mismo, lo que cambia es la actitud. Y lo repito porque es importante. Vuelvo a decirlo, no estoy sentando cátedra, no voy a ponerme como tantos expertos que salen en estos días hablando con tono superior. No es mi estilo. Pero puedo decir que en estos días he tenido momentos para todo, para reir a carcajadas y para salir corriendo hacia la calle, porque eso de que me quiten la libertad de movimiento no siempre se lleva bien. ¿Me la quitan? Es una ilusión. No somos presos. No somos héroes. Estamos en casa. Si no estuviera el coronavirus, ¿dónde estaría ahora? En casa. Personalmente no ha cambiado mucho. Por eso es importante que me lo recuerde. Estoy en casa porque he elegido entregar mi libertad de movimiento, temporalmente, para evitar contagios. Es la parte que puedo hacer. No soy médica, ni enfermera, ni estoy obligada por mi profesión a salir. ¡Ojo! Si lo vemos como obligación, lo vamos a pasar mal, porque el ser humano es rebelde, es nuestra naturaleza. Si nos hablamos a nosotros mismos con palabras como «obligación» o «imposición«, nuestra mente va a generar ideas agobiantes, de miedo, de preocupación, ansiedad por el futuro. Cualquier neurocientífico podría hablar horas y horas sobre la importancia del lenguaje que usamos con nosotros mismos. No es que nos engañemos, o autoconvenzamos, es libertad de elección. actitud mental. ¡Pruébalo! No porque lo diga yo, que no soy quien, sino por darle una oportunidad. Cambia las palabras que pueden aprisionar, producir nervios, por la responsabilidad de ser tú mismo quien decide. Yo me quedo en casa. Dilo sin miedo. No importa lo que hagan los demás. Yo decido quedarme en casa. Puedo hacerlo y lo hago. Elijo no salir. Cambia tus palabras y puede que cambie tu vida. No es magia, ni un engañabobos. Creamos nuestro mundo a partir de las palabras. Son más poderosas de lo que nos parecen.

Madrid, Madrid

Las palabras son poderosas. Las asociamos a experiencias. Pueden separarnos. Pueden debilitarnos. ¿No lo crees? Un ejemplo. Si en tu infancia te dijeron una y otra vez «no puedes», «no lo vas a conseguir», «eso es una tontería»… te autoconvencerás de que es así. Porque te lo dicen personas que son importantes para ti. Les creemos. Puede que no lo hagan con mala intención, pero, te hacen un flaco favor. ¿Por qué digo ésto? Porque en la actualidad leo en muchas noticias señalar a Madrid tantas veces que puede arraigar un rechazo. Madrileños hay muchos, así que, ¡por favor no generalizar! Al igual que el coronavirus no es una enfermedad china, como buscando culpables para la situación actual, es mejor que entendamos que no hay apestados. Hay enfermos, contagiados. Sin más. Todos queremos estar libres de sufrimiento. Y hay personas que van a su bola, que son egoístas. En Madrid y en cualquier otro sitio. Es una ciudad abierta, por donde pasa mucha gente de muchas partes del mundo. Jóvenes que vienen a estudiar y que al cerrar las universidades, algunos decidieron volver a sus regiones de origen. ¿Esos son madrileños? De adopción, de oportunidad para conseguir sus sueños. Hay profesionales que salieron de la famosa España vaciada para fraguarse un futuro mejor. Es lícito. En Madrid hay más oportunidades que algunas provincias limítrofes. ¿Son madrileños? Sí, de acogida y todos los que aportan son bienvenidos. Aqui se realizan manifestaciones, congresos, eventos deportivos de muy diferente índole todos los meses. Hay museos, teatros, centros de convenciones. Siempre está lleno de gente. Es una ciudad, una comunidad que acoge. Y, sinceramente, duele oir a personas de otras comunidades tratando a los madrileños como apestados. Son enfermos, gente que lo está pasando mal, que sufre y muere en algunos casos en soledad. Porque no todos somos iguales. Hay que mirar las circunstancias de cada uno. Se les llena la boca hablando de solidaridad y luego dan palos a ciegas. En parte, son los mismos que se quejan si baja el turismo, si no entra dinero, que piden y piden y piden fondos de los impuestos comunes, subvenciones. Lo vuelvo a decir, el lenguaje es poderoso y deberíamos tener más cuidado con las ideas que volcamos. Madrid vive los pros y los contras de tener al gobierno central, de ser la capital de España. Pensarlo un momento. Gente egoísta hay en Madrid, en Bilbao, en Barcelona o en Sevilla. Hay personas que han salido huyendo en todas las ciudades porque tienen miedo y huyen, algunos estaban volviendo a sus respectivas casas. Esta pandemia es una catástrofe para todos. Aquí está golpeando más. Cuando pienses en Madrid, si quieres, piensa en toda la gente que, como yo, lleva días en casa, no sólo en los que se han marchado. Hay de todo, como en todos los sitios. Y, sobre todo, piensa si te gustaría que te trataran así. Si eres vasco ¿te gustaba cuando hace años se asociaba ser vasco con ser etarra? Si eres andaluz ¿de verdad te gusta que al escuchar tu acento la gente te asocie con ser vago, con no dar palo al agua? Si eres catalán ¿De verdad eres tan tacaño, para tí la pela es la pela y eres bueno si la bolsa suena, sólo te importa el dinero? Podría seguir diciendo los tópicos de otras comunidades, de otros países ¿verdad? No generalicemos, mejor ponte en el lugar del otro, reconoce tus heridas en las suyas, anda con sus zapatos. Porque las ciudades las forman personas como tú, como yo, que quieren ser felices, amar y ser amados, alcanzar los sueños, y no sufrir. Mira lo que te une, no lo que te separa. Porque de ésta, o remamos juntos, o no salimos.

Las emociones no son ni buenas ni malas

Estos días nos tienen con el corazón a flor de piel, con altos niveles de sensibilidad, nos afecta todo mucho más. Y no es tan sencillo gestionar las emociones. Todas son importantes. Si te sientes mal , si tienes ganas de llorar… ¡es bueno! Somos personas de carne y hueso. Es normal sentir miedo, es normal necesitar nuestro espacio si nos agobiamos. No lo intentes reprimir. Si el cuerpo te pide llorar, hazlo, no pasa nada. Si estás triste, o sientes miedo, no te censures, no intentes aparentar lo que no estás viviendo. Aparentar te hará más daño. Porque si las intentas ocultar, te anclas a las emociones, y eso sí que es malo. Márcate rutinas, reglas y ten la flexibilidad de mandarlas a freir espárragos cuando lo necesites. Está bien, de verdad. No porque yo lo diga, sino porque es normal, es natural tener ese tipo de emociones cuando sales de tu zona conocida. El escenario de estos días no es habitual. Y no tienes que estar siempre positivo. Eso sería de hipócritas no de seres humanos auténticos. Como dije hace tiempo en un post, tenemos derecho a caer, a fracasar. No pasa nada por sentirse mal. Hay mucha gente en sus casas con miedo, con incertidumbre por lo que pasará en el futuro. Vive esta crisis como te surja, sin comparaciones ni obligaciones artificiales. Si te sale de dentro, aplaude a las 20:00 a los que están en primera línea o a los que están en segunda, o en tercera… o no salgas, nada ni nadie te obliga. No somos santos. Tampoco demonios. Somos seres humanos. Si estás cansado, descansa. Si tienes mucha energia, seguro que se te ocurren un montón de cosas por hacer. Esta circunstancia nos ha cambiado como sociedad. Nada va a ser como antes. La vida nos ha dado un toque de atención. Depende de cada uno de nosotros cómo nos afecte. Piénsalo, pero, sobre todo… vívelo. Cada día es una oportunidad. ¡Adelante, aunque no salgamos de casa!

 

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