La tierra que fue

Esta reseña es especial, no voy a negarlo. ¿Por qué? Porque conozco a Ingrid Hallmann, es compañera de Academia. Hemos compartido meses de escritura, cada una enfrascada en su proyecto y he visto evolucionar La tierra que fue desde que era un simple borrador sin título. He sido una de sus primeras lectoras. Así que, si no suelo ser objetiva con las reseñas, con ésta mucho menos. Me resulta imposible. Conozco bien las ilusiones, las dudas, los nervios y todas las emociones que ha intentado plasmar en los constantes intentos de llevar al papel lo que imaginaba en su mente. Porque todos los escritores tenemos en la cabeza nuestra novela perfecta, con su absoluta armonía, coherencia y fascinación. Lo complejo es concretarla del mundo de las ideas a las páginas, no solo por lo limitado del lenguaje sino también por nuestros propios límites personales. Estamos en constante aprendizaje. No es solo perfeccionismo, es que siempre se puede aprender algo más, pulir más fino, añadir un detalle. Es complicado estar satisfechos por completo. Nos apasiona tanto la historia que queremos contar, compartir, que la cuidamos como si fuera parte de nosotros, un pedazo de corazón que nos arrancamos voluntariamente para exponerlo a la vista de los demás. Y eso, como poco, asusta, por no decir otra cosa. Porque no podemos estar seguros de cómo trataran a nuestro sueño. Puede más compartirla que el miedo a que la pisoteen. Más el miedo está ahí.

La tierra que fue

Lo primero que quiero resaltar es que no es una novela para todos los gustos. Su lectura requiere esfuerzo tanto por el contenido como por la forma. No quiero decir con esto que no merezca la pena, al contrario. Pero, no es una novela de evasión, de las de leer en la playa tomando el sol sin prestar atención, sino que es de ir a fuego lento entrando despacio en la historia. Lo primero que sorprende es el juego de narradores. Cuesta pillarle el truco. A veces vemos la escena desde un personaje, desde un tiempo verbal, y otras veces lo hacemos desde otro, con otro tiempo verbal. Juega con el espacio y el tiempo de forma completamente intencionada. No para volver loco al lector, sino para adentrarlo en el complejo mundo de emociones y recuerdos. En la mente todo es presente, el pasado y el futuro se mezclan. Toda la novela son emociones a flor de piel, desde los recuerdos que las provocan y sus consecuencias en una vida llena de circunstancias externas e internas. Por eso es importante estar pendiente de los detalles, de quién es el narrador y hasta de los espacios entre los párrafos que nos ofrece la maquetación del texto. Todo está medido y cuidado con un increíble mimo, con una pericia que sorprende para ser la primera novela publicada. No todos los escritores se atreverían a contar una historia así para lanzarse al mundo de la literatura. Que Ingrid Hallmann lo haga, indica que es una historia de las que queman por dentro, de las que hay que sacar a la luz sí o sí. Sumergirse en tal profundidad, haciendo que resuene como la melancólica melodía de las teclas de un piano en el alma, es de una maestría impresionante. Sobre todo porque habría sido más sencillo usar un solo narrador, contar la historia de otro modo. Pero no, ella sabía lo que quería contar y cómo hacerlo. Y lo hace, escuchando consejos, pero, sobre todo, escuchando los dictados de su propio corazón. Es una novela vital, que no autobiográfica, y se nota en cada página

Un consejo: mejor en papel

Me atrevo a decir que es mejor leerla en papel, dejando que la vista y el alma descanse en los espacios en blanco. Deja poso y en versión digital no se vive igual. Se disfruta más cuando se ponen en juego los sentidos, comunica con la tinta de las palabras y con la experiencia. Porque lo que cuenta es necesario asimilarlo, ponerte en la piel de la anciana cuya memoria se va diluyendo del presente, la vivencia de su hija con sus propios conflictos personales, su cansancio por estar siempre para todos y que sin embargo se siente profundamente sola, abandonada en los momentos cruciales. Y La nieta que intenta afrontar la vida de forma diferente a sus predecesoras, aunque de forma inconsciente parece que repite lo que vivió su abuela cuando ella era la hija. Las generaciones en ese triángulo abuela – madre – hija van avanzando al tiempo que se mantienen en bucle. Se repite porque hay algo que sanar, se percibe aunque no se manifieste abiertamente. Es una novela que profundiza en el alma femenina a veces pasando de puntillas, con delicadeza de llamar a la puerta porque no conoce a quien la leerá. Y respeta cada vivencia. Así cada uno se fijará en lo que más resuene en el corazón. Unos en una historia de superación que llevará hasta convertirse en una migrante, en una búsqueda de oportunidades. Otros en un contexto histórico de entreguerras, de convulsiones en la sociedad occidental. No quiero contar el argumento, porque el libro lo narra mejor que cualquier resumen que yo pudiera realizar. Es mejor atreverse a descubrirlo, exponerse a ver qué nos dice a cada uno. Dependerá de la historia personal llegar a un punto u a otro. Se llegue a donde se llegue, estará bien, será fantástica como experiencia lectora. No deja indiferente, eso seguro. Las buenas novelas son vehículos para adentrarnos en nuestra propia alma. Lo son para los lectores y por supuesto también para los escritores, que somos los primeros en escuchar lo que nos resuena de la historia que estamos contando. Somos nuestros primeros lectores. 

Merece la pena

Puede que no llegue al Gran Público, que no sea un bestseller mundial, pero, La tierra que fue merece la pena. Darle una oportunidad. A lo mejor no será propuesta para un club de lectura, o citada en una clase de literatura. Quien sabe. Esa incertidumbre queda lejos de las intenciones de quien la escribe. Pero, os aseguro que merece la pena enfrentarse al reto de su lectura, perderse en formas distintas de expresarse en nuestro propio idioma y conocer a Luise, Julia, Anna, sus dificultades y sus sueños. En una palabra, su vida y su paso por esta tierra que fue, es y será. Ingrid Hallmann es una escritora novel que está iniciando su andadura con esta novela. Me da que no será la última con la que nos sorprenda. Tiene mucho que ofrecer.

 

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