Toca post de los que desgarran el alma mientras lo escribo. Es bueno. Como tomarse de vez en cuando un batido de hortalizas o verduras y que limpie el intestino. Es bueno, porque se trata de dejar salir pensamientos. Lo primero que he de decir es que me llama la atención la velocidad de la mente creando pensamientos. No para. Al menos no la mía. Corro el riesgo de identificarme con ellos. Y no. Suena paradógico pero mis pensamientos no son yo. Basta con hacer silencio, contemplarlos desde la distancia de la respiración para comprender mis palabras. Pero… ¿si no soy mis pensamientos… entonces… qué soy? Pues eso es lo que te toca averiguar, quién está detrás de la cámara con la que ves el mundo, de dónde te vienen los pensamientos, los criterios, la forma de entender la vida. Porque lo mismo estás (estoy) viviendo una vida que realmente no es la que quiero o la que me gustaría. Te la organizan otros. Basta que te des cuenta para que salga el modo rebelde que todos llevamos dentro.
Literatura
Hace poco escuchaba un debate sobre literatura. De hecho tengo hasta mi propia visión de lo que es buena literatura y de lo que es puro consumo. No voy a crear polémica. Pero lo cierto es que me hacía gracia. Los entendidos, sesudos y supuestamente con criterio hablaban de la literatura de ficción como si fuera algo vulgar. Voy a poner ejemplos. J. K. Rowling, J. R. R. Tolkien, George R. R. Martin. O lo que es lo mismo, Harry Potter, El Señor de los Anillos y Canción de Hielo y Fuego. No van a ganar un Nobel de Literatura. Ni yo tampoco. Ni falta que les hace. Los sesudos podrán decir que leerlos es perder el tiempo, que les aburre para su exquisito gusto. Claro, suena mucho mejor hablar de grandes nombres, los cuales tengo en mente pero no pienso citar. ¿Por qué? Porque en ambos casos, todo escritor que se arriesga en dar a conocer su obra se merece al menos un respeto por ese intento. Si a eso le sumamos que las tres sagas que cito han conseguido que miles y miles de personas en todo el mundo se enganchen a la lectura, en los audiovisuales tiempos en los que vivimos, pues no es poca cosa. Entiendo que puedan quejarse de esos libros puramente comerciales, novelas que salen como churros, del famosillo de turno cuyo único mérito es haberse metido en la cama con otro famosillo y que venden durante el minuto de gloria del famosillo. Pero, tanto Rowling, como Tolkien o Martin rompieron moldes, trabajaron muy muy duro para conseguir que les dieran una oportunidad. Y su obra ha marcado a mucha gente, tiene incondicionales que se identifican con los valores otorgados a sus personajes. Así que, sesudos tertulianos literatos, su obra puede gustarte o parecerte un completo ladrillo, pero, merecen todo el respeto por su esfuerzo y por lo que han provocado. Os lo aseguro, a mi me pasa con esos autores que citáis como de culto, para mi son infumables por mucho que les hayan dado premios en algunos casos. Pero que no me gusten no significa que los desprecie. Simplemente no hablo de ellos y me enfoco en lo bueno que puedo aprender de lo que conozco o descubro. ¿Creéis que es fácil crear un universo? ¡Intentadlo! Hay miles y miles de detalles que pasan desapercibidos y que conllevan un esfuerzo titánico de concentración y de pensamiento. Sólo cuando lo intentas, te das cuenta del mérito y del valor de una imaginación creativa. De verdad se puede disfrutar del último premio Nobel y también de fantásticas historias como las que he dicho.
Pertenencia al grupo
Ese debate me hizo pensar en lo que significa pertenecer a un grupo. Nos gusta identificarnos con grupos. Sobre todo porque eso nos da un sentimiento de pertenencia, de compañía, de seres sociales y sociables. Y al mismo tiempo nos gusta pensar que no somos como los demás, diferenciarnos, creernos especiales y únicos. Es una extraña dualidad en la que nos movemos con más o menos soltura. Porque a veces es asfixiante. Nos gustan las redes sociales, pero, pueden provocarnos ansiedad y malestar. Parece que si no tienes 10.000 seguidores no eres nadie. ¿Seguro? Es posible que en esta era de la comunicación es donde se esté produciendo la mayor deshumanización. Algunos se sienten esclavos de la tecnología, porque estamos conectados las 24h. Y se sienten mal por ello. Otros disfrutan de mostrar su intimidad, de llevar al límite sus cuerpos o de conseguir la foto más complicada, aun a riesgo de su vida. ¿Les aburre tanto su propia vida como para estar observando constantemente la de otros? Hace unos años se viralizó un vídeo que era un dibujo de una especie de gato con un arcoíris que salía de su movimiento y una estridente canción que se pegaba, que se metía en la cabeza y martilleaba la mente una y otra vez. ¿Qué conseguía la gente viendo eso? Pasar el rato. Colores llamativos, música y nada que pensar. Olvidar su vida, por decirlo de una forma rápida. Porque el silencio nos pone nerviosos. ¿No?. Probad a estar dos minutos sin hacer nada. Os lo pongo más fácil: http://www.donothingfor2minutes.com/. Pinchad en el enlace y después, si queréis, me decís en cristina@carrillocris.com qué os parece, cómo os ha resultado la experiencia. Porque puede ocurrir que por pertenecer a un grupo nos perdamos en él hasta dejar nuestra propia identidad personal. Lleguemos a olvidar lo que somos como individuos, lo que nos diferencia, lo que sólo nosotros podemos hacer. En el silencio nos quitamos las máscaras de superhéroes, o supervillanos, todos esos disfraces con los que andamos por la vida y somos nosotros mismos, solos, aun con gente en silencio a nuestro alrededor. La mente se acelera, surgen muchos pensamientos y podemos caer en identificarnos con ellos. Creer que esos pensamientos somos nosotros. Cuando somos mucho más. El cielo no es sólo las nubes que lo atraviesan. Puede gustarnos tener las mismas ideas o gustos que un grupo de personas. Pero nunca pierdas de vista lo importante, que eres tú. Identifícate con lo que quieras más sé tú mismo. Párate de vez en cuando y mira quién eres y a dónde vas. No vaya a ser que en tu travesía, no te des cuenta del iceberg que tienes delante. Los navegadores están muy bien, sobre todo cuando el que lleva el timón, el volante, las riendas, sabe lo que está haciendo, sin depender a ciegas. Piénsalo. No porque lo diga yo en un blog perdido de internet. Piénsalo. ¿Vives o te dejas llevar por la vida? Sí, puede ser desgarrador.
Me has hecho reflexionar.
Y he de decirte que mi mente también va a toda velocidad, ojalá supiera calmarla.
Me gustan tus artículos
Un abrazo.
Si descubres cómo pararla, cuéntamelo. Creo que el truco no está en parar, a mi me resulta imposible, como en poder dar prioridades a los pensamientos. Estoy aprendiendo, a veces lo consigo a veces no. Gracias por leerme. Un abrazo.