La verdad es que bien pensado, es un poco deprimente acabar la semana con Desánimo y empezar con Frustración. Pero, quien me conoce y me sigue en estos apuntes que son los artículos del blog, sabe que no suelo quedarme en lo negativo. Siempre hay que mirar más allá, aprovechar lo que te ayuda, y apartar lo que no va contigo. En la vida no todo es sencillo, hay escaleras y obstáculos. Lo importante no es lo que te encuentras sino tu actitud para enfrentarte a lo que te presenta la realidad. Eso es lo que diferencia a los buscadores de los frustrados. Actitud. Algo te llena de esperanza, o de miedo. Actúas o reaccionas. Es la vida, siempre tienes mínimo dos opciones.
Es frustrante
Ayer tuve una de esas experiencias en baloncesto para aprender en la vida. Estaba en un partido y los padres del otro equipo se estaban comportando como auténticos fanáticos. No digo que no haya que animar a un equipo, más cuando juega tu hijo en él. Pero pensar que tu hijo es el nuevo Michael Jordan es otra cosa. Comprendo que algunos vuelcan sus batallas perdidas en sus retoños y quieren que ellos triunfen sin importar nada más. Es una granja de frustrados irascibles. ¿Por qué? Porque aunque tú creas que es el mejor de la historia, como él hay 100.000 más como poco. A la élite del baloncesto profesional llegan ¿cuántos? ¿15 como muchísimo? Entonces… ¿De verdad quieres convertir a tu hijo en otro fracasado, en otra promesa rota? No estoy diciendo que no le animes a ir tras sus sueños, sino simplemente que cambies de actitud. No, tú hijo no es el nuevo Michael Jordan o Lebron James. Tu hijo es tu hijo, con sus aciertos y dificultades. Si juega al baloncesto es porque le gusta y hay otros niños también que les apasiona. Enséñale a darlo todo, a esforzarse, a no compararse… pero… sobre todo, enséñale con tu actitud a disfrutar del baloncesto, los verdaderos valores del deporte. Hay que saber perder y saber ganar. El equipo contrario son amigos con los que jugar no enemigos a los que humillar. Enséñale a jugar con todas sus fuerzas, pero, sin ir a hacer daño. Enséñale desde la grada comportándote ¿Por qué? Porque en el caso de que le animes a avasallar a un rival más débil, tarde o temprano, se encontrará con uno más grande, más alto, más rápido, más fuerte, que le pasará por encima y como le has hecho creer siempre superior, le dejará hecho trizas.
Competir no es destruir
Competimos con nosotros mismos. El ser el mejor es una posición momentánea. Cuando sales de la cancha, hay que volver a entrenar para seguir mejorando y seguir con los estudios, las obligaciones, la vida. ¿Quieres desahogarte tras una mala semana? Perfecto, pero, no estreses a los demás, no estreses a tu hijo. Sé empático, aprende a gestionar tus emociones. En la vida, hay días que ganas y días que pierdes. Ni eres el mejor, ni el peor, aprende a ser tú, sin pisar a los demás. Ir a ganar no es lo mismo que ir a humillar. Atrévete a ponerte en el lugar del otro. Piensa en cómo se sentirá. Piensa en cómo te sentiste en una situación parecida. Ese tipo de cosas son las que te preparan para el día a día, más allá de los altibajos y de la crispación reinante en la sociedad. Compite, por supuesto. Esfuérzate. Dalo todo en lo que haces. Intenta ser el mejor. No te conformes con un 5 si puedes conseguir el 10. PERO (sí, en mayúsculas y quizá debería duplicar el cuerpo de la letra para que se viera bien)… PERO… no olvides que los que te rodean tienen sus propias batallas. Son seres humanos, como tú. Son personas, no objetos. Tienen sentimientos. Como tú. Tienen sueños. Como tú. Y los necesitas, como ellos a ti. En los deportes de equipo no se gana en solitario. Cada uno tiene que hacer su parte y confiar en los compañeros que harán lo mismo. No se gana y no se pierde en solitario. Si te caes, puedes contar que un compañero te ayudará a levantarte. No te quedes en la frustración de la derrota, porque si has dado todo lo mejor de tí, no has perdido, has aprendido. Mira más alla de los resultados. Tendrás otra oportunidad para hacerlo mejor en el siguiente partido.