Llevo unos meses en los que las novelas me atrapan muy poco. Quizá me he vuelto demasiado exigente. Doy tres capítulos de margen. Si en tres capítulos no ha conseguido engancharme, dejo el libro. Bien porque no es el tiempo de leerlo, o bien porque prefiero dedicar mi tiempo en otra cosa. Tengo tantos pendientes que tarde o temprano les daré una nueva oportunidad. Algunos los leo porque me he comprometido a ello, porque son de los que vamos a analizar en el club de lectura. No se disfruta igual cuando se fuerza una lectura a cuando fluye, engancha y no puedes dejarla. Esas lecturas que aprovechas cualquier instante de pausa para retomarla, porque sabes que te está aportando algo. Un trayecto en transporte público, un tiempo de espera para recoger, cualquier momento es bueno.
1.840 kilómetros de confianza
Con los libros de no ficción no me pasa tanto. A través de ellos investigo emociones e ideas para alimentar futuros libros. No se puede crear de cero, asociamos, una idea lleva a otra y cuando quieres darte cuenta, has escrito una novela. Todo a partir de desarrollar una pequeña idea. Es algo mágico. «SIN MIEDO» me atrapó desde la primera página. Me hizo pensar. Porque la protagonista vence sus miedos a cada paso. Al plantear la idea de correr por Irán, unos la toman por loca y otros no saben qué pensar. Normal. Una mujer occidental corriendo sola por un país que la mayoría de nosotros asociamos a falta de libertad y a la represión de la mujer. ¿Buscaba provocar? ¿Cuál es su verdadera intención? Dejar su trabajo de ingeniera en una empresa, dejar la comodidad de un hogar, de una pareja y lanzarse a una aventura sin saber si habrá regreso. Porque pueden pasar tantas cosas mal, tantos peligros, tantas dificultades. Y sin embargo, venció a su miedo inicial y lo hizo. Se arriesgó y puso todo lo que estaba en su mano para que saliera bien. Dejó las seguridades atrás y emprendió un viaje a lo desconocido. Se dice muy fácil y leerlo cuando ya ha pasado es tranquilizador. Pero hacerlo es otra historia. ¿Podrías dejar todas las seguridades atrás? Es como estar en la cuerda floja cada día. Hace falta mucho valor o mucha locura. La estabilidad de Occidente, un puesto fijo en el trabajo que asegura un sueldo, una pensión, un futuro tranquilo… calzarse unas zapatillas que nunca consigue que se adapten completamente a sus pies y correr por carreteras de un país donde no entiendes la lengua, ni parte de sus costumbres.
¿Valor o locura?
Ante una gesta así, en cada página, surge una pregunta. ¿Por qué se complica tanto? Podía haberse ido a correr a Estados Unidos por ejemplo, por la mítica ruta 66. Si quería correr por un desierto, podía hacerlo perfectamente en el Mojave. Tenía un propósito, claro. Quería correr para conocer de primera mano una realidad distinta a la de Suecia y provocar reacciones, hacer caer prejuicios. Prejuicios que ella misma tenía de inicio. Se arriesgó y se llevó una gran sorpresa. Irán no era lo que pensaba. Por supuesto que había gente radical, dificultades y problemas. Pero había más. Descubrió un pueblo orgulloso de su historia, de su origen persa, con muchos contrastes y muy hetereogéneo. No eran terroristas y se lo decían en cada etapa. La gente que se encontró era amable, hospitalaria y trataron de ayudarla todo lo que estaba en su mano. Con el apoyo de dos personas, se organizaron lugares para dormir, que prestaban personas concretas por donde iba a pasar. No le faltó comida, ni un techo donde dormir. Todos los contratiempos se fueron resolviendo. Cada uno aportaba su granito de arena en una gran aventura. Curiosa lección. Cuando te atreves a salir de tu zona de confort, cuando te arriesgas y te abres, cuando dejas tus seguridades atrás, entonces la vida es como si te brindara todo lo que necesitas. Ojo, no estoy diciendo que seas descerebrado y te tires a la piscina sin saber si hay agua. Dejarse sorprender desde la confianza y enfrentando tus miedos después de prepararte para los imprevistos es diferente a la locura. Tuvo bajones, momentos de desánimo, soledad, angustia y tristeza, por supuesto. Pero los superó. Siguió buscando salidas y las oportunidades siguieron apareciendo porque no se conformó.
Salto de fe
Tarde o temprano la vida te va a pedir un salto de fe, de confianza. Quizá no haga falta que te vayas a hacer una carrera a Irán. A veces comienza con algo más sencillo, pequeños gestos como leer un nuevo blog, plantearte otras preguntas, conocer otra ciudad, hacer un curso, hablar con una persona… Son riesgos a los que no damos importancia porque reconocemos que hay valor en lo que podemos obtener. Y sin embargo… ¿Cuántas veces un pequeño gesto puede cambiarnos la vida por completo? Hay momentos en que tenemos que cruzar umbrales porque estamos en un punto de no retorno. Somos conscientes de que nos estamos jugando la vida, del borde del precipicio. Vamos adelante porque lo de detrás ya no existe. Está en nosotros decidir cómo afrontamos esos interrogantes. Nos van a cambiar, trastocar los planes. ¿Quién dice que el camino de las baldosas amarillas no nos va a llevar a un sitio mucho mejor del que pensábamos? A veces no sabemos dónde nos van a llevar nuestros pasos y sin embargo lo mejor que podemos hacer es seguir andando a nuestro ritmo sin dejar que el miedo interno nos venza.
Un comentario