En la vida hay encuentros verdaderamente especiales, conexiones que marcan un antes y un después. Coincides un trecho del camino con alguien, compartes lágrimas y risas. Te sientes unida por un hilo invisible. Pero dura un trecho. Tras un tiempo que pueden ser meses o algunos años, finaliza la etapa y cada uno debe continuar su camino. Otros proyectos, otras metas. No voy a negar que cuesta alejarse, porque nos gusta la estabilidad que da una compañía conocida. Mas es necesario hacerlo, la vida junta caminos, y también los aleja, para dar nuevas oportunidades. No es culpa de nadie. Es haber realizado un propósito, aprendido una lección y continuar. Nadie se queda en un curso en concreto, tarde o temprano hay que avanzar. Estuvo genial mientras caminamos juntos. Queda la eterna gratitud por todo lo compartido y aprendido, pero, cada uno debe seguir persiguiendo sus sueños.
Encontrar al Fénix
He tenido varios encuentros así. Normalmente aparecen cuando me dan ganas de abandonar. Son mis fénix, espejo y sombra. Espejo porque a través de ellos puedo mirarme tal como soy y sombra porque en medio de la oscuridad una pequeña luz les muestra. Fénix porque aparecen cuando se les necesita y te brindan la oportunidad de cambiar algo. No te cambian, cambias tú. Es importante dejar eso claro. Las personas no nos cambian. Si no queremos cambiar, por mucho que te insistan, no vas a hacerlo. Un encuentro te saca de tu zona de confort, te plantea interrogantes y cuando quieres darte cuenta, estás andando, o montando en bicicleta sin ruedines. Cuando ocurre, quien te sostenía a veces queda atrás. Te brindan lo mejor que tienen, esperanza y confianza, para que tú mismo te decidas a seguir adelante. Son como un apoyo, un trampolín. Son fáciles de reconocer, porque el corazón respira de forma diferente. ¿El corazón respirando? Sí, hay respiraciones que se hacen con los pulmones, para mantenerte vivo y respiraciones que salen del corazón, que son las que te hacen vivir. Es difícil de explicar, aunque cuando lo vives, sabes que son diferentes.
Personas que son un don
Cuando tratas de don a una persona, poniéndolo por delante del nombre es una muestra de respeto. Se trata de usted al menos por educación, a las personas mayores o a quien tienen un cargo. Pero, hay personas que se ganan el don, aunque las trates de tú. Son un don para tu vida. Un regalo. Seres especiales. Y no se trata de que sean los más sabios o los más acaudalados. No tiene que ver con el estatus social. Puedes encontrarlos en cualquier lugar, en la provincia más desértica o a través de internet. Después de conocerlos, la vida te cambia. Te miras a través de sus ojos y consigues realizar sueños que parecían imposibles. Puede que no lo sepan, pero, te cambian la vida. Una palabra, un gesto, que es justo lo que necesitas en ese momento para salir del bache, que te da el valor de seguir. Hecha su función, desaparecen, hasta la próxima vez que necesites al fénix. Otros los llamarán ángeles; pero no me gusta la comparación. Las personas a las que me refiero no son seres puros de luz, tienen sus propias luchas, sus dificultades, sus llamas. No son perfectos, son humanos corrientes que son señales en tu camino. Puedes usar el mapa o la brújula, tarde o temprano tendrás que usar referencias si no quieres andar en círculos.
La oportunidad del Fénix
Así se llama el nuevo libro que estoy escribiendo. Está dedicado a ellos, a los que me hicieron salir al camino, levantarme tras las caídas y seguir. A ellos les debo no dejarme arrastrar por las circunstancias y seguir adelante haciendo lo que creo que debo hacer. Forman parte de mi historia. Podría decirse que les debo mi pluma si no fuera porque el poder de mi escritura está en mi, no en ellos. Me costó descubrirlo. Ahora cada vez que me pongo ante el teclado, tengo una figura (la de la imagen) que me los trae al presente. Cuando me bloqueo en un personaje concreto, recuerdo rasgos de sus personalidades y desde la distancia, me muestran opciones a seguir, oportunidades de avanzar. ¿Encontraré más en mi vida? Seguramente, sólo tengo que estar atenta, un destello, una luz, un impacto que toca o desconcierta y ahí estará de nuevo el fénix brindándome la oportunidad de cambiar, de superar o de evolucionar. Entre umbrales, a veces cuando menos lo espere. Estará conmigo una etapa del camino y cuando me vea fuerte, volverá a desaparecer de la vista. Hasta la próxima vez que lo necesite de verdad. Puedo confiar en ello. Aparecerá.
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