Arcoíris de medianoche

Hace unos días que publiqué Arcoíris de medianoche. La acogida está siendo buena. No me refiero a vender más o menos, sino a lo que me están comentando quienes se han atrevido a darle una oportunidad, lo que despierta con su lectura. Creo que es lo más importante para una autora novel que se autopublica, sin el apoyo de una gran editorial. Eso no significa que sea un libro sin calidad. Nada más lejos. Se lee con facilidad, fluye en una maquetación hecha con mucho mimo y la historia engancha desde las primeras páginas. Deja poso, provoca emociones. ¿A qué me refiero? Sencillo, tras su lectura no se olvida. No es una novela de consumo. Ahora se defiende sola. A donde llegue, ya no está en mi mano. Mi trabajo está hecho, lo mejor que pude y supe. No creo que me vaya a hacer rica, no es mi objetivo. Espero que cada lector cierre la novela emocionado con la historia de Aurora Pirandel, que la haya acompañado en su búsqueda de los colores por Sicilia y que la recuerde con cariño.

¿Por qué Arcoíris de medianoche?

Es una pregunta que hasta yo me hago. ¿Qué hizo que me decidiera por la historia de Aurora en vez de por cualquier otra idea de las que guardo en mi carpeta de archivos? Lo más sencillo es decir que ví la historia al completo y me atrapó. Sé para qué la escribí. Ha tenido muchas transformaciones, tengo que reconocerlo. Al principio era una historia de aventuras, con los protagonistas buscando un tesoro interior. Lo deseché porque no era un contenido demasiado original. No me llenaba y me aburría en su argumento. Si a mi no me convencía ¿cómo iba a hacerlo a los lectores? Después intenté hacer algo que no iba conmigo, siendo excesivamente realista. Tan realista que en algunos fragmentos parecía que estaba hablando el navegador del coche en vez del narrador. Sonaba artificial y al leerlo no me convencía. Sabía que me estaba poniendo la máscara del escritor para no contar lo que necesitaba contar. Modifiqué bastantes cosas, quitándome miedos y pensamientos sobre el qué dirán y me fue convenciendo. Por último, al tener el diamante en bruto, pero que muy bruto, me entró la inseguridad. ¿Por qué publicarlo? ¿Qué le llegaría a los lectores? ¿Merecía la pena? No me decidía. Pensaba que era una buena historia, pero, ¿lo era? Necesitaba la opinión de un profesional.

Aprovecha la oportunidad

Desde hace unos años sigo los cursos de la Academia de Oficio de Escritor. Algun día contaré la historia de cómo llegué allí mas no es el momento. Tenía un texto al que había puesto el punto final y tenía que decidir si guardarlo en un cajón o hacerlo público. Fui consciente de que necesitaba una opinión experta. Envié a la asesoría literaria de la academia el borrador más o menos pulido. Lo hice con más miedo que vergüenza. Surgió la oportunidad y la aproveché. Un profesional, un experto al que yo respeto, iba a leerla. Saliera bien, o saliera mal, tenía el aprendizaje de la experiencia asegurado. Tuve miedo, pavor. Pero me arriesgué y se lo envié. Porque si no te arriesgas, no avanzas. Creo que lo peor era el cara a cara que tendríamos después de la lectura para darme su valoración. Ni en los exámenes estaba tan nerviosa. Lo que dijera podía determinar mi camino. Había cosas buenas y errores que lastraban. Pero, quizá debería poner el «pero» en grande, había buen material. Tendría que trabajar mucho para pulirlo. Reconozco que desde ese día mi autoestima como escritora no ha parado de subir. Con cada paso que hemos dado, he ido ganando confianza y aceptando nuevos retos. Dejé de ser tan dubitativa y confié en mi escritura. Si apostaba por mi estilo, podía salir algo grande. No ha sido fácil, ha costado mucho trabajo y sigo venciendo mi inseguridad. De cualquier modo, merece la pena.

Seguir aprendiendo

Hemos estado meses trabajando con el texto. Era muy importante escribir siendo consciente de qué quería decir y cómo quería decirlo. Tengo la certeza de que más que edición, he cursado un auténtico máster en narrativa y autoconocimiento. No me creo perfecta, cometo errores de forma, puedo hacerlo mejor, puedo aprender más. Es lo interesante de este camino. Porque ser escritora es un camino. Mi camino. Si creo que lo sé todo, me detengo y eso es el peor error. Aprendo cosas cada día, en las clases, con las lecturas, o en las exposiciones a las que voy. Pequeñas lecciones que la vida brinda a quien quiere mirarlas. Forma parte de mi evolución y sé que eso es lo que llega a los lectores de mis historias, de mis textos. Mi estilo gustará más o menos. No depende de mí. Mi trabajo es ser auténtica, no una simple copia. Hago algo más que juntar palabras. Cuanto más me conozco mejor escribo y eso se nota en el trasfondo de mis textos. ¿Dónde voy a llegar? No puedo saberlo. Sé de dónde vengo y que voy a escribir pase lo que pase. Lo que venga es algo que no controlo.

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