¡Despierta!

IMG_3875No he podido resistirme. Hace un par de días cuando entré en la habitación de mi hijo descubrí que había sacado el chaleco salvavidas de cuando era pequeño. No recuerdo los motivos por los que se lo compramos. No sé si fue porque iba a montar en barco o pensamos, como padres primerizos, que era buena idea para ir a la playa. No lo recuerdo. Pero, al ver que lo había sacado y lo había puesto en la ventana, mirando esas nubes negras que sorprendentemente nos siguen acompañando en Junio, me pareció una buena idea hacerle una foto. Como recuerdo de que aun en las peores tempestades siempre tenemos un salvavidas, aunque no siempre lo veamos.

La actualidad nos engulle

Hace unos días revisé mis redes sociales. Aunque no las uso todas habitualmente, si que tengo bastantes perfiles, cosas de haber estudiado Community Management. Y empecé a borrar, a decir que ya no me gusta y a dejar de seguir páginas y personas. El principal motivo es que estoy cansada de leer quejas, sentencias y broncas. Todos creen tener la razón, poseer la verdad y, sinceramente, no me lo creo. Noto mucha agresividad, mucho miedo y mucha crispación. Ese malestar es como los desperdicios, y como no soy el cubo de basura de nadie, decidí pasar de malos rollos y dedicarme a otra cosa. Evidentemente sé que existen; pero no tengo por qué tragármelos. Tampoco es que quiera un mundo de algodón de azucar. Para nada. El mundo es como es y como lo hacemos. Pero si hay dolor, frustración, también quiero esperanza, no solo quejas. Porque hay gente muy ocupados en quejarse pero sin hacer nada más. Auténticos y expertos trolls que vomitan su aburrimiento sin aportar nada más. Como eso es lo que regalan a los demás, con la mejor de mis sonrisas les digo que ¡gracias, pero no lo acepto, todo suyo! No le voy a dedicar más tiempo. Claro que tengo mi opinión sobre lo que va bien y lo que va mal; pero no creo que sea la verdad. No es fácil hacerme cambiar de opinión y desde luego que de modo agresivo mucho menos; pero como persona respeto que tengas tu opinión y que sea diferente a la mía. No estoy en tus zapatos, ni tú en los míos. así de sencillo.

Nuestro salvavidas

Cada uno de nosotros tenemos nuestro propio salvavidas, algo que nos saca de la rutina y nos devuelve al presente, a lo verdaderamente importante. Tenemos muchas cortinas de humo. Por ejemplo, me estoy dando cuenta de que yo no presto atención a la nueva moda de añadir constantemente el femenino. Los textos serían eternos y casi incongruentes si me pongo a escribir así, por ejemplo «los/las hombres/mujeres están locos/locas». Cuando aprendí a escribir, el plural se hacía así, y nadie se sentía ofendido si poníamos nosotros, en vez de nosotros y nosotras. Yo escribo como me sale, sin preocuparme de si es políticamente correcto o no. Me parece absurdo que el contenido de un mensaje se quede en esa apariencia. Porque, si te pones a poner el masculino y el femenino de todas las palabras, seguramente te pierdas en lo que quiero decir. Al igual que recuerdo que la norma indicaba que si había mayoría de mujeres, el plural es femenino. Nos quedamos en esos detalles y nos perdemos lo importante. Es como si nos señalan una luna llena increíble y nosotros nos quedamos con que si se señala con el índice o con el pulgar. Como juzgar un libro por su portada, porque nos atraiga visualmente. No somos conscientes de que para tenerlo en las manos, el autor ha puesto a trabajar toda su creatividad, ha dedicado tiempo, esfuerzo, risas y lágrimas. Y el proceso no acaba ahí, ha tenido que tener el coraje de mandar su obra a una editorial, dejar que otros juzguen su estilo y tener, por qué no decirlo, la suerte de que apuesten por su producto y que lo publiquen. Cuesta mucho. Y se valora poco. Creemos que es más útil el que está en una oficina siete u ocho horas, que es más productivo. ¿Seguro? Más de una vez he escuchado eso de que las carreras de letras no valen para nada. ¿De verdad? No estoy tan segura. Quizá para lo inmediato, para la cuenta corriente; pero las teorías políticas, las ideologías salen de la mente de los pensadores que las plasmaron en libros. ¿Seguro que Kant, Marx, Tocqueville, Hobbes u Ortega no valen para nada? Si observamos su influencia en la sociedad no estaría tan segura. ¿Qué causó más muertes la bomba atómica, El Capital o Mein Kampf? Las ideas mueven el mundo, es lo anterior a los descubrimientos científicos. De hecho es la interpretación de las ideas lo que mueve al ser humano, en algunos casos hasta lo radicaliza. Al tiempo nuestro salvavidas es crearnos una opinión, tener nuestras propias ideas, igual de válidas que las que vienen de fuera. No aceptar cualquier cosa, sino dejar que lo que nos chirría por dentro se explique. A los únicos que nos tiene que convencer es a nosotros. Otros pueden pensar como nosotros, o no.

¡Despierta!

No es malo plantearse cosas, despertar la consciencia. Es nuestro salvavidas para afrontar los nubarrones de la vida. Pensar primero y actuar después, como Prometeo. Porque a veces actuamos y después pensamos. Nos dejamos llevar, como si estuvieramos drogados o en un sueño. Es más sencillo vivir así, sin plantearse nada. Pero, es más apasionante si vives despierto, atento a lo que sucede en el presente. Más allá del pasado y del futuro, de modas y de criterios ajenos. Plantearse las cosas puede llevarnos a caminos más desconocidos, menos transitados… mucho más interesantes. En nuestra mente está nuestro verdadero salvavidas, nuestra convicción para superar las dificultades y encontrar el cielo azul más allá de las nubarrones. Sólo tenemos que cogerlo, no tener miedo a usar el cerebro, aunque no sea cómodo ser auténtico. Merece la pena.

 

 

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