Mientras en España estabamos durmiendo, en Estados Unidos se ha celebrado el tercer partido de la lucha por el anillo de la NBA. Para mi, Lebron James es uno de los mejores jugadores de la historia; pero me temo que este año no va a ser el triunfador. ¿Por qué? Porque su nivel no está acompañado por un equipo. Parece completamente descompensado viendo el del resto de los Cavs. Hay partidos en los que parece que está James contra todo el equipo rival y así es muy difícil ganar en una disciplina de equipo. No es el único caso que conozco. En muchos deportes hay equipos que dependen de la genialidad de su jugador estrella, franquicia o como queráis llamarlo. En futbol por ejemplo lo llaman dependencia y se han llenado páginas y páginas sobre la Messi-dependencia del FCB o la Cristian-dependencia del RM. Al tiempo que llama la atención los triunfos de los bloques, cuando los equipos no tienen al jugador que sobresale y consiguen victorias, como por ejemplo el Estu.
Sin equipo no hay triunfo
Resulta complicado, por no decir imposible, alcanzar las metas sin tener nadie detrás. Aun los mejores en las disciplinas solitarias requieren de apoyo. Nadie está completamente solo ni es autodidacta. Nos han vendido esa moto; pero no es real. Somos interseres. Es decir, estamos conectados con los demás. Cuando me visto, dependo de los tejidos, creados a su vez por máquinas que llevan personas, que fueron creadas por personas. Tejidos hechos de lana de oveja, por ejemplo, que fue criada por personas. Y no solo eso, estoy conectada a través de ella con el pasto, con el agua que bebió, con el sol, con la tierra. Aunque no veamos los hilos, estamos conectados unos con otros y con los elementos. Puede resultar agobiante y enriquecedor al mismo tiempo, si llega a comprenderse. Por no hablar de que nuestra presencia en la tierra es puramente una cadena de supervivencia y de coincidencias. Si echamos la vista atrás, a nuestros ancestros, más atrás de los tatarabuelos, descubriremos que se tuvieron que dar muchisimas circunstancias para que nosotros estemos aqui. Somos tataranietos de supervivientes de guerras, epidemias, catástrofes. En diferentes periodos de la historia hambrunas, la peste, cataclismos diezmaron la población. Parece muy lejano; pero si estamos aqui es por decisiones de nuestros antepasados que sobrevivieron, por la comida que ingirieron, por el amor que sintieron y hasta por cómo se cuidaron y cómo durmieron. No somos fruto de una casualidad sino de una conciencia superviviente. Aunque ellos en su momento no supieran dónde iban a llegar sus genes. Por ello, Lebron no podría ser Lebron sin interser con todos los que le precedieron. Es algo más que su ser y sus circunstancias. No es solo; pero en la lucha por sus metas aparentemente está solo. No es que el equipo sea malo, no. Es que no están a su nivel y en un juego de equipo esa descompensación puede marcar la diferencia. De ahí que ahora mismo los Warriors tengan un 3-0 en la final.
El vencedor está solo
Es una de las grandes paradojas de la vida. No puedes vencer solo y al mismo tiempo como diría Paulo Coelho, el vencedor está solo. Porque, en el momento en que se triunfa, por nuestra forma dialéctica de entender la vida, hay otro que quiere triunfar y arrebatarnos el escalafón. Entendemos la vida como una lucha, como una constante batalla. En el deporte se ve claramente. Para que uno gane, otro tiene que perder. El campeón sólo puede ser uno. Y en la siguiente temporada, los demás intentarán derrotarte. Es un todos contra el campeón. Por poner un ejemplo, en la próxima Champions League, es más prestigioso derrotar al RM que al campeón de Islandia, con todos mis respetos por los islandeses que no tengo muy claro si han llegado alguna vez a jugar la fase final de la Champions. El vencedor es el enemigo a batir y por ello vive la soledad del triunfo. No se llega solo; pero en el número Uno se está solo. Suena muy teórico, muy filosófico. De hecho al escribir no puedo dejar de acordarme de la dialéctica marxista. Pero es que el capitalismo nos enseña eso precisamente desde pequeños. Está en los genes de la sociedad actual el competir, el ver al otro como un obstáculo para alcanzar nuestros sueños. Y vá más allá de corrientes de pensamiento, está en la propia naturaleza, es la ley de la supervivencia. Para vivir, algo tiene que morir, ya sean plantas para los herbívoros, o animales para los carnívoros. Cierto que todo está en el ciclo de la vida y por el interser de lo que hemos hablado, todo forma parte de cada uno, con lo que realmente la muerte no es más que un paso, un transformarse. Morimos y somos inmortales al mismo tiempo, porque una parte de nosotros vive en los demás. La gran paradoja vital, sin vencedores no hay vencidos, y todos somos vencedores de algo y vencidos de algo. Las posiciones no son para siempre, todo es efímero. No hay vida sin muerte al tiempo que la muerte no corta la vida. Todo es transformación en el interser.
A partir de hoy
Es liberador darse cuenta de que no todo depende de nosotros. Una gran parte sí, y por ello hemos de esforzarnos en conseguir nuestras metas. Pero no todo depende de mí. Eso hace descansar hasta al más perfeccionista. Puedes trabajar con empeño, dedicación, constancia y ofrecer la mejor versión de ti mismo, sabiendo que no todo depende de ti. Puedo vivir en el presente, aprendiendo del pasado pero sin cargar con él. Vivir el hoy sin agobiarme con el a partir de hoy. Dar lo máximo, respirar con ganas sin anclarme en un pensamiento concreto, del pasado o del futuro. Y disfrutar de cada respiración. Vivir al mismo tiempo la soledad y el equipo. Escuchar a los que te animan, a los que te desaniman, a los optimistas y a los pesimistas y seguir siendo uno mismo. Podría escribir largo y tendido sobre ello; pero mejor lo dejo para los siguientes post.