El cierre de Veleta

En el pueblo en el que vivo, hay una papelería de esas de toda la vida. Un negocio familiar donde los clientes son amigos más que monederos. Donde el olor de la tinta, del papel y de los libros se entremezclan con el ruido de las fotocopias, de las grapadoras y de las gomas de las carpetas. Un negocio donde la sonrisa del vendedor es sincera, donde se para el tiempo y todo el mundo es bien acogido. Una tienda encuentro de escritores noveles con consagrados y donde la literatura local es una apuesta que se acepta por vecindad más allá del renombre. 

Ese negocio se llama Veleta, está al lado de la plaza del ayuntamiento y esta semana me sorprendió con el cartel de «Liquidación por cierre». ¿Cierre? ¿Cómo es posible? Me pregunté y poco a poco salieron respuestas hasta hace poco imposibles: la crisis, la competencia de las grandes superficies, la bajada de las ventas. Se cierra una parte del alma de nuestro pueblo. Los negocios no duran para siempre y lo que ayer funcionaba hoy se tiene que cerrar. Es duro pensarlo, nuestra economía es así. Un poco más arriba en esa misma calle, hoy han puesto los carteles de una sucursal bancaria. Cerramos una papelería para abrir un banco. ¡Qué paradoja! El negocio del dinero se impone al negocio de la cultura. 

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